La astucia de la que presumía Artur Mas para librarse de un severo castigo judicial al convocar su pseudo-referéndum tenía poco secreto: sabía que la Junta de Fiscales catalanes haría todo lo posible para no acusarlo ante el Tribunal Superior de Justicia catalán al menos por desacato y malversación de fondos.
La posible querella contra el presidente de la Generalidad se discutió durante toda una semana y se discutirá aún este lunes entre los nueve miembros de esa Junta, que aunque dependen del Fiscal General del Estado y del Superior de Cataluña, varios pertenecen al entorno físico e ideológico del encausable.
Ahora es cuando influye negativamente en la justicia la cercanía, la familiaridad, la relación social o amistosa, y el agradecimiento por haber contribuido al nombramiento, junto con la ideología “patriótica”.
El paisanaje es una endogamia positiva entre quienes se encuentran lejos de su tierra y quizás aislados, entre gente extraña, pero entre cercanos facilita la corrupción.
Uno de los problemas de la justicia española, aparte de sus pocos medios, es la tendencia creciente a que quienes deben juzgar a sus cercanos no sean desconocidos sin interés posible en las causas.
Aceptar esta proximidad endogámica amparándose en su eficacia en países donde los jueces son electos de sus vecinos es un error aplicándola a España.
El juez o fiscal español lo es por oposición o “por méritos” frecuentemente políticos (cuarto turno), por lo que puede pensar que no se debe a todos, Estado y ciudadanos, e interpretar la ley subjetivamente, como ahora los fiscales catalanes.
Este paisanaje corrompe la democracia, como los jueces y fiscales sicilianos que nunca encausaban a los jefes mafiosos.
Y esto no es justicia, y menos aún ante el posible desmembramiento, “astuta” pero inicuamente programado, de una magnífica España.
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Parece que siguen proliferando los efectos secundarios y daños colaterales del 9-N, ahora tocan tensiones entre Gobierno y Estado de Derecho, lo que faltaba.
Cuesta entender que la defensa legal del Estado constitucional vaya a quedar en manos de fiscales catalanes, condicionados de toda la vida por la asfixia medioambiental, presiones e intereses catalanistas.
¿Cómo sino sería posible que los Pujols y allegados no estén todavía adornados de grilletes hasta las orejas?
Pues porque los fiscales catalanes se resisten a presentar querellas contra "los suyos".
Y sabiéndolo, el Fiscal General del Estado no debió echar fuera ese balón que tan oportunamente dibuja el Salas, porque sus colegas catalanes no lo van a jugar ni llenos de Codorniú.
El Fiscal Torres-Dulce ha declinado la autoridad que le otorga la Constitución para ordenar al fiscal de Cataluña que presente ipso-facto una querella, según sentencia del T.C.
Ante esa pasividad INJUSTIFICABLE de la Fiscalía, el Gobierno de Rajoy tendría que ponerla en acción, en lugar de mostrarse temeroso a las críticas por interferencias, algo también INJUSTIFICABLE, aunque no voy a decir que sorprendente.
Total que ni unos ni otros cumplen con sus funciones para reconducir el entuerto ilegal del 9-N. Y nosotros aquí mirándolos hacer o mejor dicho no-hacer, como gilipollas, madre, que diría el Krahe.
PARA DѪ AMPARO:
Querida amiga,
gracias por su deferencia, y créame que yo también la sigo con interés, porque como dicen los británicos "Los pájaros de igual plumaje vuelan juntos", y uno, básicamente, se asoma a los foros para compartir ideas e inquietudes, para escucharse a uno mismo en el eco de otras voces, para sentir que no está uno solo, clamando en medio del desierto como un orate.
Saludos afectuosos desde Galicia.
Publicado por: MIRANDA | domingo, 16 noviembre 2014 en 18:02