La respuesta más contundente de Mariano Rajoy a la amenaza independentista de los políticos catalanes la pronunció ante los estudiantes del Colegio de Europa en Brujas, Bélgica, al defender con bonitas palabras la unidad de los Estados como base de la UE.
El colegio fue fundado en 1948 por el diplomático y pensador liberal coruñés exiliado, Salvador de Madariaga, para formar élites europeístas. Desde entonces muchos de los líderes continentales hicieron sus postgrados allí.
Pero Rajoy ni siquiera recordó la posibilidad de suspender temporalmente la autonomía, como permite la Constitución, ni le ha exigido al Consejo de Ministros, a la Comisión y al Parlamento de la UE la incorporación de un anexo al Tratado de Lisboa que rechace contundentemente los secesionismos.
No se sabe si Rajoy es un sabio que espera que los independentistas se horneen en sus corrupciones --el PP también se asa--, o si es un manso dispuesto a darle parte de lo que le exigen a esta España, que fue tan poderosa durante tres siglos como ahora EE.UU.
El llamativamente locuaz responsable de Exteriores, José Manuel García Margallo, que habla de Cataluña como si creyera que es un asunto de política internacional, ha dicho que el Gobierno está dispuesto ahora a estudiar una reforma constitucional.
Así que no se quiere cambiar un artículo del Código Penal, por ejemplo, para no legislar en caliente tras un asesinato especialmente odioso, y se puede enmendar la Constitución baja la obsesiva presión del independentismo.
El Tribunal Constitucional ha rechazado ya las acciones de los independentistas, pero estos siempre imaginan nuevos trucos que, a la larga, les facilita una imagen de triunfo que los acerca a su objetivo.
Y Mariano Rajoy, al menos de momento, cantando la belleza de la unidad en una asamblea estudiantil.
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No puedo evitarlo, Molaritos, pero el estupor alelado de la derecha ante el fiasco Rajoy me devuelve un déjà-vu de la penosa gestión que hizo de la masacre del 11-M y del posterior golpe político y mediático de la izquierdona, incluso en jornada de reflexión, aquella auténtica rendición a calzón quitado, como quien se alivia de un peso molesto.
Aquella lección histórica de impotencia, incertidumbre e incapacidad para acometer la regeneración política, jurídica, económica y moral del país que sus afiliados y votantes, le estaban y están demandando. Hoy como ayer, seriamente desmoralizados.
Creo que los gallegos conocemos mejor al personaje que el resto de los españoles, después de más de treinta años de verlo solemnizar obviedades y marear la perdiz con tediosa indiferencia, como si todo le diera igual. Desde luego lo suyo no es hacer Política con mayúscula, sino dejar que los problemas se pudran por su propia inercia, que el tiempo todo lo arregla. O no.
Silenci/complicidad ante las corruptelas ("Resiste, Luis, resiste"), pésima comunicación con la ciudadanía, politización del CGPJ, excarcelación de terroristas, barra libre para arrancarse el hijo tal como lo dejó dispuesto ZP, pulso independentista catalán, paro, Cajas, rescate de la banca, sablazos fiscales a la clase media, incumplimiento de compromisos electorales (racionalización de la Admón ,reforma laboral más agil, revisión de la Ley Electoral para reducir al nacionalismo a sus cuarteles en lugar de hacer concesiones, recortes de ayuntamientos y cargos públicos,lucha contra la corrupción, etc)...parece que el intento frustrado de cuadrar las cuentas es lo único que preocupa a este equipo que está desperdiciando la oportunidad histórica de darle la vuelta al país como a un calcetín con el cheque en blanco de su mayoría absoluta, mientras derrocha la confianza que en ellos depositaron millones de españoles.
Llamar prudencia o galleguería a la indecisión, la pasividad, la galbana o la ´falta de coraje no es de recibo.
Espero que los arriolas hagan saber a don Mariano de las desoladoras encuestas de valoración que lo sitúan a la cola junto con Cayo Lara de IU.
Que comprendan que es pueril intentar complacer a quien jamás va a votarte, mientras ignoras e irritas a quien te dio su confianza.
Y que, en un ejercicio de humildad imprescindible, recuerden los populares lo que ocurrió con la extinta UCD, muerta de éxito a temprana edad.
R.I.P., o sea.
Publicado por: MIRANDA | domingo, 26 octubre 2014 en 02:19