La lección de esta crónica la dicta Jenaro García, un inquisidor que comenzó a mostrar sus dotes el 25 de marzo de 1993, hace 21 años, cuando increpó y denunció entre vítores de sus compañeros a Felipe González en la Universidad Autónoma de Madrid por la corrupción del PSOE en el caso Filesa.
Cuidado con los inquisidores, con los que sólo basan su discurso en denunciar supuestos corruptos jurando que limpiarán la sociedad de castas políticas, y cuyo carisma hace creer que nos salvarán del sucio régimen actual instaurando otro revolucionario.
Los inquisidores puristas suelen terminar desplumándolo a uno y, si pueden, metiéndolo en un gulag.
Tras leer lo anterior podría parecer que el cronista escribe también sobre alguna de esas estrellas político-mediáticas de moda, y es cierto: trata de retratar vidas paralelas.
Jenaro era el joven estudiante que se hizo famoso entonces por dirigir lo que ahora llaman escraches, con los que acosan a los políticos.
El caso Filesa estaba en los tribunales, luego aquella denuncia no era novedosa. Pero él era un líder y una estrella justiciera y, si hubiera sido hoy, habría fundado un partido como Podemos, por ejemplo.
Precisamente, y antes de que naciera esta nueva formación, su fundador, Pablo Iglesias Turrión (PIT) le hacía un escrache parecido a la líder del UPyD, Rosa Díez, aunque ella carecía del poder de González.
Jenaro terminó siendo el presunto estafador de Gowex, la falsa empresa de wifi mundial gratis, que ha tumbado la bolsa tecnológica y hecho perder miles de millones de euros.
Imaginemos qué cometerán dentro de 21 años los nuevos jenaros: camino de Jenaro, PIT acaba de entrar en el Parlamento Europeo falsificando su declaración de intereses para ocultar que cobró bastantes miles de euros de las televisiones capitalistas que fabricaron su figura.
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Muy buena la viñeta de Salas.
Al respecto: alguna vez he sido usuario de taxi, desde el aeropuerto de Barcelona hasta el pueblo, distante 50km., donde residía entonces; llegando en vuelo nocturno, opté por contratar previamente el servicio de transporte hasta mi pueblo, para evitarme esperas a la salida de la terminal. El taxista, encantado... pero no me recogería en la terminal, sino en el aparcamiento; el motivo: no quería tener problemas con los taxistas de Barcelona que cubren el trayecto desde el aeropuerto, segun me contó en una ocasión análoga anterior, habían estado a punto de agredirle. Supongo que como pillen a un uber, también le agredirán.
Un saludo.
Publicado por: jam, bcn | miércoles, 23 julio 2014 en 10:35