Tras jurar la Constitución como Rey de España ante las Cortes, el cetro y la corona, Felipe VI se saltó la restauración franquista de la monarquía.
Enlazó explícitamente a su padre, Juan Carlos I, con su abuelo Don Juan, el Conde de Barcelona, que fue Jefe de la Casa Real en el exilio desde 1941 hasta el 14 de mayo de 1977.
Durante el franquismo y hasta su abdicación de 1977, más austera aún que la de Don Juan Carlos, Don Juan mantuvo lo que los monárquicos llaman legitimidad dinástica, el derecho al cetro y la corona: por eso estaban en la Cortes.
Alfonso XIII, había abandonado España tras las elecciones del día 14 de abril de 1931 de las que nació la II República.
Hubo república porque los resultados que se hicieron públicos primero fueron los de las ciudades; los rurales fueron tardíos y, de haberse sumado, habría ganado la monarquía.
Mes y medio antes de fallecer en su exilio romano, en febrero de 1941, Alfonso XIII, el último Rey de la Restauración, le entregó a Don Juan esa legitimidad real.
Don Juan le reclamaba a Franco su vuelta a España como titular de la Corona, pero el dictador prefirió saltárselo como tramo de la dinastía para educar a su manera a quien quería que siguiera su dictadura, el niño Juan Carlos.
Se equivocó: Juan Carlos afrontó la Transición Democrática, que deberíamos reconocer como Segunda Restauración monárquica.
La Primera se produjo cuando, ante el fracaso de la I República, un pronunciamiento militar incruento llevó al trono en 1874 a Alfonso XII, hijo de Isabel II, derrocada seis años antes.
Aquella Primera Restauración duró 57 años, hasta la II República; la Segunda Restauración lleva 18 años menos: ¿durará tanto esta como aquella?
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Mucho me temo que entre Verstrynge y Pablemos lo van a poner crudo, pero no hay que desesperar. Siempre habrá gente mirando el dedo en vez de mirar el sol al que apunta.
Publicado por: leo | sábado, 21 junio 2014 en 18:36