La secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, acaba de asegurar ante los miembros de la OCDE en Brasil que “en España se ha invertido mucho dinero” en educación, pero mal, porque “la mayor parte de la inversión se ha desviado a reducir la ratio alumno-profesor y a mejorar el salario de los profesores”.
Rectores y decanos universitarios protestaron esas afirmaciones, aunque saben que la viceministra tiene razón porque la verdad es la verdad, dígalo Agamenón o su porquero, aunque sea del PP.
Casi todos ellos son electos a sus cargos no por valores académicos, por publicaciones científicas, sino por la militancia y propaganda política, en la que actualmente suele ganar la izquierda: el rector de la mayor universidad española, la Complutense, lo es no por su peso académico, sino por ser hijo de Santiago Carrillo, por ejemplo.
Sí, una de las grandes revoluciones sociales que no ha afrontado la España democrática es la universitaria, que ha multiplicado la politización estructural del franquismo: antes dominaban los falangistas y algunos opus deístas y propagandistas católicos, ahora los socialistas y comunistas.
Continúa la misma España maniquea, bajo el agitprop ideológico, la endogamia del enchufismo político y familiar, que han creado estructuras elefantiásicas, oponiéndose a la neutralidad y el contraste investigadores.
Antes, al iniciarse la democracia, nació una conciencia crítica que permitía analizar los problemas nacionales con cierta ecuanimidad.
Se denunciaba que había pocas universidades, que recibían mínimas inversiones, que carecían de prestigio investigador y, sobre todo, que eran endogámicas.
Ahora tienen buenos presupuestos. Pero van a pagarle sueldos a burócratas y a charlatanes televisivos modelo Pablo Iglesias, maestros en dogmatismo ideológico, mientras se los restan a los verdaderos profesores e investigadores.
Así, su prestigio internacional es mínimo como demuestra el “Ranking Web de Universidades”, donde la primera española, la de Carrillo, está en el número 94 del mundo.
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Ese es un análisis muy simplista, más que análisis es un resumen de opereta.
La universidad española jamás ha tenido prestigio y mucho menos buenos profesores. Surgían alumnos brillantes que hían de la universidad a centros de investigación y hasta alguno se aventuraba a crear alguna empresa. El endogámico opus parasitó la universidad del franquismo. El alumnado rojo padeció a esta chusma que por más que se esforzaba era incapaz de contener la marea roja. El post franquismo se llenó de profesores de 80 anos incapaces de explicar nada y que terminaron por extinguirse por edad. Lo que vino después fueron los alumnos que pasaron a ser profesores y estos a su vez enchufaron a sus teólogos hijos. Así está ahora la universidad en españa. Alejada años luz de la sociedad y la industria. Allí se va por el título y para pasar a ser otro funcionario parásito.
Publicado por: J-NoName | jueves, 01 mayo 2014 en 21:01