Hace tres meses, a mediados de febrero, la Generalitat catalana hermanaba su separatismo con la revolución de Ucrania, que en 1991, y tras un referéndum en el que el “sí” alcanzó el 90,3 por ciento, se independizó de la debilitada Rusia, herida con el hundimiento de la URSS.
Como si España fuera la dictadura soviética, la Generalidad amenazaba sutilmente al Gobierno español, en un documento titulado “Estrechar lazos en libertad”, al afirmar que si “cierra en falso” la crisis independentista, ésta se enquistaría hasta crear una Cataluña como Ucrania.
Sí, en Ucrania ganó la separación, pero desde entonces pasaron 23 años en los que fue rompiéndose en luchas entre distintos orígenes humanos.
Hace tres meses los acontecimientos en ese país del mar Negro no parecían presagiar que las revueltas populares iban a derivar en una posible guerra civil, con el país partido con acumulados odios culturales, étnicos, e incluso religiosos entre ortodoxos de distintas obediencias.
La historia, la apresurada separación de Rusia, la corrupción y la represión de la cultura rusa, han facilitado el estallido de los distintos nacionalismos, rusófilos frente a los ultraucranianos, con gran presencia en ambos de los crecientes fanáticos cercanos al nazismo, al anarquismo y al bolchevismo.
En Odesa, la ciudad portuaria, industrial, balnearia y turística, de gran pluralismo cultural, y que para el imaginario independentista catalán fue fundada por un catalán y que venía a ser la Barcelona del mar Negro, mucha gente teme posibles venganzas personales y matanzas interculturales.
Cuando se separan los territorios de un país, excepto los de Checoslovaquia, nación artificial creada en 1918 y desaparecida en 1992, tarde o temprano hay siempre nuevas secesiones, como la de Crimea.
Los patriotismos artificialmente cultivados provocan guerras, algo que parece olvidar el chulesco independentismo catalán.
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Todos los territorios que han sido alguna vez españoles para independizarse han tenido que ganarle una guerra al resto de España. Todos, excepto Guinea Ecuatorial que fué convenientemente descolonizada porque eso sí era una colonia, han necesitado de cruentas guerras, algunas de cientos de años (Holanda), para dejar de ser españolas.
¿Cataluña iba a ser distinta?
Los catalanes, muy ilusos, han pensado ser independientes a la catalana, o sea, todo lo que gano para mí y tú estás obligado a comprarme mi espumoso y a aguantar a mi barça en tu liga.
Y, de momento, lo que han conseguido es que el resto de españoles empiece a odiarles y a despreciarlos, cosoa que nunca antes había sucedido.
Toda España sabe ya que cataluña ha sido favorecida económicamente por todos los gobiernos españoles desde 1900 hasta la fecha.
Y Rajoy sigue erre que erre.
Publicado por: Infierno de Cobardes | viernes, 09 mayo 2014 en 18:51