Nadie había planteado comparaciones creíbles entre Cataluña y otros territorios hasta que la semana pasada el consejero de Presidencia y portavoz de la Generalidad, Francesc Homs, advirtió que, si no se atendían las reclamaciones independentistas, su región podría terminar con revueltas como las ucranianas.
Por entonces esas protestas aún no eran sangrientas. De golpe en Ucrania han estallado los odios cultivados por los nacionalismos pro y anti-rusos mezclados con la corrupción, tapada tras intereses económicos, lo que parece conducir a una guerra civil.
El símil de Homs fue desgraciado, pero también lógico: cuando las mentes recalentadas por el nacionalismo y tantos ismos reivindicativos se obcecan, ya no encuentran freno para su locura.
Y desde dos años Artur Mas y los suyos avanzan atolondradamente hacia el desastre, arrastrándonos a los demás, aunque primero a los catalanes.
Lo que lleva a otro paralelismo crecientemente perceptible: el de la Cataluña que concibe el patriótico líder Mas, y la Venezuela bolivariana de Hugo Chávez y su heredero, Nicolás Maduro, que conducen a la pobreza, la violencia, y a la pérdida de libertades, primero la de prensa.
Chávez comenzó reinventando la figura del Libertador, Simón Bolívar, al que le creó una genealogía falsa y hasta milagros y curaciones.
Algo así imaginaron Mas y sus sostenidos con el 1714 y Rafael Casanova, el supuesto liberador catalanista, sobre el que oculta que hizo la guerra de Sucesión (no secesión) para defender un rey de España que resultó perdedor, pero dando vivas a España.
Luego, las ínfulas independentistas, insostenibles despilfarros, están costándole cantidades ingentes a los catalanes –y a los demás españoles—y empobreciéndonos más aún.
Por último, se lanza contra quienes denuncian desde los medios informativos esa fiebre mental del nacionalismo, sumamente grave, que no supo diagnosticar ni tampoco curar Neville Chamberlain.
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¿Qué pueblo tiene derecho a decidir? ¿Badalona, San Feliu, la Barceloneta?
Eso del "pueblo" es un cuento. La voluntad democrática de "un pueblo" de separarse no existe, porque son muchos pueblos, barrios y casas y ninguno tiene derechos de separación.
Solamente las personas tienen derechos.
Los que se salen de los establecido, de la Constitución, quieren privar de sus derechos a quienes la cumplen y respetan.
Los que quieren imponer lo ilegal son unos bandidos.
Publicado por: Juan Sacha | domingo, 23 febrero 2014 en 18:23