El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, un islamista moderado, según la idea de que su disimulado fanatismo y la democracia son compatibles, sigue ganando adeptos para su demanda de entrar en la UE, uno de ellos Mariano Rajoy.
Rajoy comprobó la semana pasada cómo Erdogan aprovechaba su presencia en la inauguración de una línea de metro, construida con participación española en Ankara, para convertirla en un mitin de su partido religioso AKP, que está cercenando las libertades republicanas iniciadas por Atatürk hace noventa años.
El primer ministro español le ratificó a Erdogan el entusiástico apoyo que ya le había dado su antecesor Rodríguez Zapatero para el ingreso en la cristiana y laica UE de su país, mayoritariamente asiático, musulmán al 99,8 por ciento, y con limitadísima libertad de cultos y de ideas para el cristianismo, el laicismo u otras creencias.
Turquía tiene sólo siete millones menos de habitantes que los ochenta millones de Alemania, de la que alcanza un cuarto de su renta per cápita, y poco más de un tercio de la de España: enormes diferencias.
Pero, además, Rajoy se comprometió a defender lo que antes ridiculizaba con razón: la Alianza de las Civilizaciones, ese angelical proyecto que Zapatero había copiado de los reconocidos demócratas, los ayatolás iraníes, para proclamar una nueva vía de amor y matrimonio entre las dictaduras religiosas islamistas y las democracias laicas.
Tras once años de gobiernos de Erdogan, que comenzaron con cierta esperanza de liberalización, y pese a sus progresos económicos, se comprueba ya que a mayor poder de un partido religioso, especialmente islámico, menores libertades.
Y menos aun tratándose de quien pertenece a una secta tradicionalista dentro de una creencia que está en su año 1437, dieciséis años antes según el calendario cristiano actual, de la conquista otomana de Constantinopla, esto es, en nuestro bajo Medioevo.
Los avances del metro, de la tecnología o de la economía quizás correspondan a los coetáneos inicios del Renacimiento, pero están aún dentro de una mentalidad islamista regresiva como la de Erdogan.
Tiene a cuarenta periodistas presos, y nueve más esperando condenas, persigue las redes sociales, censura la información, crea leyes contra la independencia judicial y destituye a los funcionarios independientes porque no le son fieles a él, el Ungido, aspirante a nuevo Califa.
Señor Rajoy: negocios, sí, pero cada uno en su casa, teniendo en cuenta además que en la de Erdogan hay mucha más corrupción que en España, que ya es decir....
-----
¿A quien de los dos personajes estás describiendo?
Publicado por: Josecik | martes, 18 febrero 2014 en 16:37