Submarinos que se hunden por exceso de peso, puentes levadizos encajados al revés, edificios vanguardistas que se caen a trozos, aeropuertos sin aviones, barrios que se desmoronan, contratos de obras falseados, anuncios oficiales que alertan a los filoterroristas para que huyan: son noticias nuevas o renovadas estos días.
España es un país de chapuzas, y aunque sean menos que las actividades responsables, las noticias de tanto desastre tapan éxitos y desmoralizan a los ciudadanos.
Desidia, corrupción, ambición irresponsable, compra de votos con despilfarro de fondos públicos, porque “no son de nadie”: España, al menos durante la última década, fue un país de vino y rosas que ahora debe afrontar su resaca.
Azvi, una importante empresa de obras públicas española acaba construir un puente colgante en Chile con los encajes de sus tramos al revés, y la enorme Sacyr está a punto de ser expulsada de Panamá por haber concursado la ampliación del Canal tan a la baja que ya no puede seguir si no le pagan nuevamente.
Uno de los grandes proyectos de la tecnología española, un modernísimo submarino proyectado por los mejores ingenieros que se pretendía vender a medio mundo, se hunde porque pesa doce toneladas más de las que debería.
El AVE por Extremadura acaba de ser cancelado temporalmente por información privilegiada a algunas constructoras.
Las hermosas obras de Calatrava en Valencia se caen a pedazos, grandes aeropuertos –Ciudad Real o Castellón, por ejemplo—siguen vacíos, todo un barrio barcelonés, El Carmelo, que continúa agrietándose…
El jefe de Prensa del ministerio de Interior, Albert Gimeno, anuncia la detención de los abogados etarras antes de que esta se produzca, lo que les permite destruir numerosas pruebas.
Lo narrado son noticias publicadas por la prensa estos días, y sólo estamos empezando 2014…
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CHAPUZAS
Algunos periodistas abusamos de nuestra memoria. Conocemos los temas, nos documentamos, y cuando escribimos ponemos Jaén en lugar de Ciudad Real, Leopoldo por José y cometemos chapuzas parecidas.
Nuestro consuelo es que tenemos que agradecerle a nuestros lecteres que nos corrijan. Así no pasa nada y las ideas y conceptos, que es lo que se trata de comunicar, siguen en pie.
En otros tiempos teníamos correctores y editores. Ahora entra todo directamente en la red.
Sr. Molares, Jaén aun no tiene un gran aeropuerto ni pequeño que se sepa.
Publicado por: Barbaro | sábado, 11 enero 2014 en 17:05