Muchos españoles, sean republicanos, monárquicos, incluso secesionistas, se avergüenzan cuando quienes representan actualmente al Estado sufren dos veces en dos meses averías en los aviones oficiales que deben llevarlos a reuniones importantes para los intereses económicos del país.
Es lo que ha ocurrido con el Airbus operativo, de segunda mano y treinta años de antigüedad, que usan los Reyes, el Príncipe heredero y el presidente del Gobierno en este tipo de viajes; además, cualquier día podrían sufrir un percance grave.
La avería de hace dos meses obligó a anular la visita del Príncipe de Asturias a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, para apoyar varios proyectos de empresas españolas en su país.
Uno es el del ferrocarril de alta velocidad Río de Janeiro -- Sao Paulo, 511 kilómetros, con una derivación de 100 más a Campinhas, en el que un consorcio español de once firmas públicas y privadas compite contra a potentísimas empresas de otros países.
Con el hándicap del accidente del Alvia en Santiago, un tren parecido al que se propone, que produjo hace seis meses 79 muertos por un fallo humano que técnicamente no debería haber ocurrido.
Como Jefatura del Estado, y mientras la Constitución no varíe, la Monarquía es el escaparate de la Marca España, y bastante zaherida está la institución por los errores personales del Rey, aunque ajenos al puro interés de Estado, y el caso Urdangarin, que imputa a la Infanta Cristina.
Acaba de averiarse el avión del Príncipe en otro viaje a América, aunque se reparó a tiempo para cumplir con la razón de la visita, la toma de posesión del nuevo presidente de Honduras.
Pero queda en la mente de posibles clientes la idea de que el mantenimiento del aparato español, como ocurre estos días con los errores de la española Sacyr en el cercano Canal de Panamá, son propios de chapuceros de segunda mano, no muy alejados de los corralitos argentinos.
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La marca España es un reflejo claro de cómo son las instituciones montadas por el franquismo y los neofranquistas (oigo vítores de todos estos a Torcuato Fernández Miranda por su magna obra, que les ha hecho ricos a todos).
Publicado por: Saverius | martes, 28 enero 2014 en 16:45