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miércoles, 22 enero 2014

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Hoy por hoy, aborto sí, aborto no; derecho a la vida frente a derecho de la madre a abortar (que no a decidir, que es un eufemismo de derecho a acabar con la vida del feto), es un debate irrductible, un ejemplo de teoría de juegos de suma cero, en el que el reconocimiento del derecho de uno es la negación del derecho del otro. Ni siquiera cabe hablar de colisión de derechos, de zonas grises, de interpretación, de prevalencia de uno sobre otro, porque ambas partes, al afirmar el uno niegan niegan el otro. En esta situación, Rajoy, como Aznar, van de restado, y no tienen quizás otro remedio que seguir la doctrina del Tribunal Constitucional, que más que dar al aborto carta de naturaleza como derecho, define los supuestos en que funciona como escusa absolutoria de un supuesto delito de aborto (en lo que existe unanimidad en que ese pronunciamiento del Constitucional lo equipara a un derecho, por vía de reconocimiento, según los pro-abortistas, por la vía de hecho, según los anti-abortistas. Pero, insisto, es un asunto en el que, por intentar gobernar para gustar todos acabas no gustando a nadie.

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