Las televisiones autonómicas españolas son el espejo de sus áreas de influencia, de manera que la extinción del Canal Nou valenciano es como la de una falla que arde con explosiones de cohetería que dejan entre escombros a sus 1.800 despedidos.
Canal Nou era fuego de artificio: nació en 1989 al servicio del PSOE, y muere ahora, con el PP desde 1995, sin que en ningún momento de estos 24 años informara sin manipulación de unos u otros.
Pretendía defender la identidad valenciana frente a la expansiva y absorbente identidad catalana, y para ello quiso atraer un público mayoritario, populachero y chabacano.
Con innumerables periodistas y sindicatos que callaban, comprados con prebendas, muy pocos se oponían a las consignas de quien mandaba en la Generalidad, fuera socialista o popular: entraban a dedo partidista, aunque los de la primera etapa, menos sus jefes políticos, ingresaron por oposición.
Canal Nou nació viciado: su estrellas fueron Joan Monleón, un chusco presentador de variedades en tiempos del PSOE, y después, con el PP, Tómbola, madre de la basura televisiva de los escándalos y cotilleos soeces.
Menos las televisiones públicas gallega, catalanas y vascas, Tómbola se retransmitía en las demás emisoras autonómicas, con especial éxito en Telemadrid, socialista y popular, y en la andaluza, siempre socialista, y hasta hoy ejemplar como tosca y folclórica.
En todas, obviamente, hay algunos programas de calidad para disimular la basura, pero sus índices de audiencia en esos espacios son mínimos, porque se trata de aborregar en las horas nobles al nativo de instintos primarios.
Muere Canal Nou y, posiblemente, con excepción de la andaluza, que vivirá para que el PSOE regional siga en pie, caerán arruinadas las de otras autonomías que no tengan un idioma propio, además del castellano.
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Mi querido amigo Jaime Rocha, antiguo agente del CNI, el sistema de inteligencia español, es uno de esos héroes anónimos que durante bastantes años protegieron nuestras vidas desde distintos paíes.
Ahora retirado, tiene un blog, "La quinta columna", en el que de vez en cuando nos esclarece al trabajo de los servicios secretos.
Vale pa pena leer este análisis sobre el caso de la supuesta vigilancia a nuestras comunicaciones revelada por el antiguo analista de la NSA estadounidense, Edward Snowden, titulado Escuchados.
Sus análisis también se publican en El Diario de Cádiz y en la zona de blogs de El Espía Digital, donde también aparecen estas Crónicas Bárbaras.
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"Pretendía defender la identidad valenciana frente a la expansiva y absorbente identidad catalana, y para ello quiso atraer un público mayoritario, populachero y chabacano."
Todo lo contrario. El PSOE valenciano siempre ha defendido el catalanismo en Valencia y jamás lo ha ocultado. Lo lleva hasta en las siglas.
Como referente y colaborador tuvo a Joan Fuster, un escritor mediocre que consideraba a los valencianos "catalanes periféricos" y reclamaba un nacionalismo en valencia a semejanza del catalán, en busca de los "Países Catalanes".
Canal 9 era por tanto un invento propagandístico del PSPV para introducir la cultura catalana en Valencia (del mismo modo que las emisiones piratas de TV3). Es decir, tratar de acercar a los votantes a la ideología imperante en el partido, ya que por esa época el valencianismo solía movilizarse.
¿Resultado? Que la cadena no gustaba ni a españolistas, ni valencianistas, ni no nacionalistas, eliminando como audiencia potencial a la inmensa mayoría de la sociedad valenciana. De hecho, el valencianismo ahora mismo está brindando por el cierre.
Publicado por: Enrique | domingo, 10 noviembre 2013 en 09:28