Ana Botella, segunda teniente de alcalde de Madrid desde 2003, y alcaldesa desde 2012, cuando Alberto Ruiz-Gallardón fue nombrado ministro, parece rota en pedazos tras la huelga de barrenderos y jardineros que durante once días dejó la ciudad maloliente y desatendida.
Pero, sobre todo, está despedazada o la han despedazado izquierda y derecha por algo imperdonable: ser la mujer de José María Aznar.
Técnico del Estado, lleva casada 34 años con el exprimer ministro más odiado por la oposición, y ahora también por los aduladores de Mariano Rajoy.
Por sus circunstancias, más que por ella, nadie sabe si podría ser buena alcaldesa.
La tan ridiculizada demanda de unos JJ.OO. para Madrid fue digna y bien presentada, y su frase "A relaxing cup of café con leche en la plaza Mayor" se debió al gurú de la comunicación estadounidense, Terrence Burns, el esesor de la candidatura, triunfador en otras muchas campañas internacionales.
Frente al "ya está todo hecho" de Madrid, la munomentalidad del dinero de Tokio y de Estambul lo hizo todo, como los petrodólares le dieron el imposible mundial de fútbol de 2022 a Catar, país donde aún hay varias formas de esclavitud.
Los errores que le atribuyen al mandato de Botella son de formas más que de fondo, como cuando murieron hace un año cinco chicas aplastadas en una fiesta con exceso de aforo en el Madrid Arena, edificio municipal alquilado a un empresario del ocio.
Entonces, con falta de reflejos, en lugar de quedarse al duelo tras visitar fugazmente el lugar de las muertes, volvió a Lisboa, donde estaba festejando un aniversario de su boda.
Heredó una ciudad con 6.500 millones de euros de deuda, que trata de reducir lentamente ahorrando en personal, lo que provoca huelgas como la de los barrenderos.
Hace ahorros, sí, quizás porque es la mayor de una familia de trece hermanos, pero mantiene numerosos asesores del PP afines a Aznar, lo que rompe su imagen de sobria y co9medida.
Así provoca un motivo más de la oposición para atacarle, mientras su propio partido no le perdona que su marido, mientras, moleste a Rajoy tachándolo de débil.
Quieren evitar que sea candidata en las próximas elecciones, lo que encoleriza más a Aznar, que es otro golpe a la botella de las desconocidas esencias profesionales de Botella, víctima de sus errores en las formas, pero también de ese señor tan iracundo.
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Sólo diré gracias a Salas, pues de la ira de mi comentario anterior, producido porque aún haya quién defienda a Zapatero y no se duela por los millones de familias en la ruina, he pasado a reirme a carcajadas con su viñeta. Este hombre es un genio.
Las entradas anterior y ésta de Molares son absolutamente certeras y muy interesantes sus informaciones adicionales y puntos de vista. Ana Botella daba igual lo que hiciera, ya estaba prejuzgada. No es santo de mi devoción esta señora, pero hay que ser justos. Hiciera lo que hiciera iban a por ella.
Publicado por: Taurina | miércoles, 20 noviembre 2013 en 20:13