Parecía
que José Luís Rodríguez Zapatero se había vuelto sensato en el Consejo de
Estado, pero ha retornado a su temeridad habitual en una entrevista televisiva
en la que pidió cambiar la Constitución para encajar Cataluña en España.
No le
bastó la bomba de relojería que dejó con su Estatuto catalán de 2006, declarado
después parcialmente inconstitucional, y nuevamente propone satisfacer el
separatismo insolidario al que cada concesión hace más insaciable.
En
televisión ha repetido indirectamente la promesa que le hizo en un mitin
electoral en 2003 a Pasqual Maragall por la que se obligaba a apoyar toda
propuesta de Estatuto que elaborara el Parlamento catalán.
En el
mitin hablaba, como ahora, de una nueva relación Cataluña-España, cuando ninguna
de ambas tiene relaciones, puesto que son territorios inertes, y no seres
humanos; quienes se relacionan son los políticos para acoplar sus ambiciones.
Además,
Cataluña es una parte de España, y la expresión es como como si alguien dijera
que debe mejorar las relaciones con su nariz, una pierna o el coxis.
Con
Zapatero y sus concesiones a los nacionalistas se cumplió el tópico del polvo
convertido en lodo separatista, bajo la lluvia constante con la que los nuevos
Goebbels independentistas le lavan el cerebro a tantos catalanes desesperados
por la crisis, como los alemanes de Weimar lo estaban por la inflación.
Cuando se descubría que una legislación laxa ante crímenes horrendos recomendaba cambiar el Código Penal, como en el terrible caso de Sandra Palo , Zapatero se negaba a atender las reclamaciones porque “nunca debe legislarse en caliente”.
Por no legislar "en caliente" contra ETA, que mataba hasta un centenar de personas al año, el PSOE retrasó la reforma del Código Penal franquista (Gracias, Franco, debe dedir ETA) hasta 1995.
Mientras, el Gobierno socialista pagaba a la banda de multiasesinos del GAL para que matara a algunos etarras. Tampoco tantos: en total siete más que, ella solita, Inés del Río, que salió libre hoy.
La espera por el reforzamiento legal hizo crear en 2005, en el Supermo, la Doctrina Parot que acaba de invalidar el Tribunal de Estrasburgo para dejar libres, con ayuda de Zapatero y su juez en esa sede europea, a decenas de multiasesinos.
El exprimer ministro le había prometido a los terroristas esa derogación, y ahora el PP acata la sentencia, algo que no hacen el Reino Unido y otros países, que siguen castigando a delincuentes con crímenes menos sangrientos, en contra de Estrasburgo .
Ahora, la demanda zapateril de cambiar la Constitución "en caliente" es más que una insensatez o una rendición: es un suicidio que el Rey podría evitar repitiéndole el “¿Por qué no te callas?” que silenció a Chávez.
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Sr. Molares:
¿Cómo se va a callar el inefable leonés nacido en Valladolig? ¿Cómo cree entonces que se iban a vender los libros?
Para mí, lo más sorprendente de "El acontecimiento periodístico del año" protagonizado -una vez más- por la intrépida Ana Pastor, maestra de periodistas -fue la mentora de la mísmisima Helen Thomas- y azote de políticos -el pobre Ahmadineyad no se ha repuesto-, fuera tan incisivo. El pobre Zapatero se marchó cabizbajo y no sé si le quedarán ganas de volver a otro plató de televisión.
Tiemble Sr Molares, el Pulitzer se le está escapando de las manos, vuelva a la televisión y en particular a la SeCta -perdón, la Sexta- para hacer periodismo del GÜENO; uséase incisivo y plural como el protagonizado por el matrimonio García Ferreras y Pastor.
Un saludo.
Eric
P.S: afortunadamente, el baluarte de "nuestra cadena amiga" nos ha devuelto a la (verdadera) Princesa (del Pueblo). Imagino que se refería a ésta cuando hablaba de una profesional espontánea, dicharachera y comunicativa -discúlpeme por no hacer una cita literal de su comentario-.
Publicado por: Eric Smith | martes, 22 octubre 2013 en 16:51