Angela Merkel, Dilma Rousseff, François Hollande y otros líderes de numerosos países protestan enfáticamente, fingiendo indignación, tras la revelación de Edward Snowden de que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense les espía.
La protesta de cualquiera ante Barack Obama podría ser algo así como “Queríamos que nos informaras sobre terrorismo o narcotráfico, pero no que nos espiaras también a nosotros”.
Una conversación parecida podrían haber tenido sus antecesores con George W. Bush, con Clinton, quizás con Bush padre, y ya no mucho más atrás porque los sistemas informáticos de Reagan no eran tan potentes como los de ahora.
Prácticamente todos los países occidentales le han pedido a Washington ayuda para controlar a sus enemigos internos y externos.
Buena parte del desmantelamiento de ETA en España se debió a la ayuda del espionaje estadounidense, a la vez que España informaba a EE.UU. de lo que sabía sobre el terrorismo islamista.
Y que no haya habido nuevos atentados yihadistas en España desde el 11 de marzo de 2004 se debe quizás al barrido de las telecomunicaciones que hacen los superordenadores estadounidenses, que descifran, aunque no siempre, las claves de los terroristas para preparar masacres.
Por eso la respuesta de Mariano Rajoy y de su ministro de Exteriores, García-Margallo, fue más comedida que la de los dirigentes de países occidentales que no han padecido terrorismo últimamente.
La relación entre la NSA y la CIA, y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) español es muy fluida: se intercambian numerosa información, y acaba de saberse que los favores mutuos son constantes.
Una relación que se resintió temporalmente cuando llegó al poder José Luís Rodríguez Zapatero por haberse sentado al paso de la bandera estadounidense en un desfile.
Luego, se normalizó: espiándolo, Washington comprobó que el gesto fue solamente un acto de ignorancia infantil, de un adolescente atolondrado y bobalicón.
Nos espían, seguramente, en beneficio económico y político de EE.UU. o de otros países; pero también porque se lo piden nuestros gobiernos para evitar males mayores.
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SOBRE EL FEDERALISMO Y LA REVOLUCIÓN CANTONAL EN ESPAÑA
Alguien ha elaborado un interesante grupo de imágenes y recuerdos históricos en PowerPoint sobre lo que fue el federalismo en la I República española.
Vale la pena verlo y reflexionar sobre ello, ahora que Rubalcaba quiere resucitarlo: Descargar La revolucion cantonal
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Desde luego el que no se conforma es porque es tonto, al final va resultar que tenemos un estadista de mucho cuidado y va a brillar en la historia por convertirnos en el 51 estado del imperio. No creo, nos conocen demasiado íntimamente, saben que nos cargaríamos su negocio. Siempre hay una sublime causa para justificar la infamia y el atropello de los derechos de los ciudadanos y en nuestro caso además colaboramos con el enemigo, esto tiene una palabra que no quiero escribir.
No me extraña lo de la revolución cantonal, aunque habría que profundizar más en el tema que el PowerPoint. Si no coinciden los intereses de gobernantes y gobernados malo.
Publicado por: Barbaro | miércoles, 30 octubre 2013 en 19:44