Que haya miles de muertos en Egipto, mayoritariamente fanáticos religiosos, no debe hacer olvidar los más de 100.000 de Siria de los dos últimos años, teniendo en cuenta, que ese país tiene 22,5 millones de habitantes, y 85,2 millones el de los faraones.
Son luchas religiosas. Matan y mueren en nombre de Alá y su sistema totalizador. En ambos casos los Hermanos Musulmanes representan lo peor del islam. En Egipto son víctimas que comenzaban a ser verdugos, y en Siria son tanto verdugos como víctimas.
En sociedades laicas la Hermandad sería Corea del Norte o el nazismo, electo democráticamente, y los militares egipcios o sirios, el brutal, aunque menos tenebroso, comunismo capitalista chino.
En todas estas sangrías los fanáticos gozan al menos del consuelo de que muriendo irán con sus huríes a los placeres del Paraíso, por lo que deben inspirar menor condolencia que quienes tienen dudas sobre tan sensual futuro.
Los políticos buenistas modelo Zapatero-Obama, y supuestos arabistas y periodistas que anunciaban el alumbramiento de la democracia en los países de la Primavera Árabe, ignoraban que islam político y democracia son ideas absolutamente contradictorias.
El presidente democrático, pero militarmente depuesto, Mohamed Morsi, redactó una Constitución islamista con mentalidad del siglo VII, y dentro de esa línea nombró asesora para asuntos de la mujer a la doctora Amina Kamal, que predica que una mujer sin ablación es una réproba condenable.
Incluso nombró gobernador de Luxor a Adel al-Jayat, un terrorista que mandó asesinar a, al menos, a 62 personas, la mayoría turistas extranjeras.
Lo demás, igual de terrible, lo que confirma el axioma de que que cuando el islam entra electoralmente en política, la democracia termina ejecutada.
Está ocurriendo ya en Turquía con Erdogan, “islamista moderado”. Lo lamentaremos en pocos años más.
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No todos los musulmanes son terroristas, pero es un hecho objetivo que la mayoría de los terroristas son musulmanes. En nombre de su religión asesinan a cristianos, judíos, bahais, hindúes, budistas, ateos, y sobre todo, a otros musulmanes.
No olvidar que en Irak han tenido mil muertos en un mes como consecuencia de atentados terroristas, y que en Paquistán hay atentados en las mezquitas un mes si y otro también. El único país musulmán que parecía haber escapado a esta maldición era la Turquía laica de Mustafá Kemal Ataturk, y parece que con el socio de ZP en la Alianza de Civilizaciones quieren "normalizarse"
Publicado por: Espectador | domingo, 18 agosto 2013 en 18:43