Cristina Cifuentes, la delegada del Gobierno en Madrid gravemente herida en un accidente de moto, está internada en el hospital de La Paz, donde unos 150 de sus 7.300 empleados exigieron este jueves desde la entrada del centro que se fuera a un hospital privado porque su partido, el PP, “apoya la privatización de la sanidad”.
Aunque los gritos y expresiones de odio, con algún ¡Muérete ya!, se dirigían exclusivamente a Cifuentes, las concentraciones contra la supuesta “privatización” se desarrollan todos los jueves, y ya son minoritarias: esta vez sólo representaban al 2 por ciento de la nómina de La Paz.
Al margen de las protestas semanales, que son legales, lo preocupante es que haya personal sanitario a la manera del Dr. Menguele capaz de expresarle tanto odio a algún paciente. No, no son de fiar personas así, de las que depende la vida de sus odiados.
Además, la “privatización de la sanidad” es un eslogan sindical para combatir desde todos los frentes al PP, aunque no hay tal privatización, sino la de su administración, su gestión económica.
Los médicos de los hospitales españoles dirigían tradicionalmente, además de los servicios sanitarios, los auxiliares que iban desde las cafeterías o las lavanderías hasta las costureras, lo que los hacía gestores de centros que, en realidad, son fábricas de salud.
Ahora, distintas empresas privadas, con los más altos
baremos de calidad sanitaria establecidos por contrato y competidoras entre
ellas, pueden gestionar algunos hospitales.
Y obtienen beneficios de hasta un máximo del siete por ciento del presupuesto eliminando gastos superfluos: ¿para qué se necesitan costureras en nómina si una hora de zurcido cuesta más que muchas sábanas nuevas?
En la lucha por mantener unas estructuras que desvían gran cantidad de recursos, los politizados sindicatos, la ultraizquierda, y los trabajadores de menor incidencia directa en el paciente, han creado ese fantasma de la privatización.
A pesar de la aún limitada privatización gerencial, la sanidad sigue siendo pública, gratuita y de calidad en todos los hospitales madrileños o de cualquier parte de España, como Andalucía, donde los socialistas, no los populares, “privatizaron” también numerosos centros.
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SALAS: el clásico de los piquetes como los de La Paz ante Cristina Cifuentes, gravemente herida.
Yo no creo que sea odio a esta Sra., lo que mueve a los trabajadores de La Paz a seguir protestando contra la privatización de la sanidad pública, nada aclarada y con intereses muy concretos de grupos económicos y politicuchos que todo sabemos a lo que juegan. Lo interpreto como un toque de atención a las autoridades que nos gobiernan. Hoy por hoy el mejor servicio y medios para los asuntos graves de salud están en lo público y este caso lo confirma y otros que las clínicas privadas cuando requieren de los mejores medios los desvían con puente de plata a la pública.
Soy Andaluz y la verdad que no se de los numerosos centros privatizados por los socialistas, lo que sí le puedo confirmar es el desvió sistemático de servicios radiológicos y de análisis sin saber si los medios públicos están efectivamente saturados o simplemente es más económico.
Publicado por: Barbaro | sábado, 24 agosto 2013 en 21:37