Europa, incluyendo España, Estados Unidos, Rusia, China, la India, Israel, en realidad la mayoría del mundo, aplauden a escondidas el golpe de Estado de los militares egipcios, aunque lo condenen verbalmente y digan escandalizarse con la sangre que inunda el país.
Los medios informativos muestran el dolor de los familiares de los muertos, la mayoría seguidores del presidente islamista depuesto, Mohamed Mursi, y la opinión pública, recordando otros aciagos golpes militares, llama genocidas a los espadones egipcios.
Esa visión del dolor impide recordar que así se construye la historia: todos los países son herederos de guerras muchas veces entre malos y peores.
En este caso el Alá de los militares es sanguinario, pero menos sádico que el de los Hermanos Musulmanes (HHMM) de Mursi.
Esos hombres ensangrentados y sus mujeres mentalmente tiranizadas, que inspiran piedad, están así porque los militares les han impedido imponer las ablaciones, el derecho a capturar esclavas sexuales, preferentemente cristianas, a lapidar mujeres, a ahorcar homosexuales y ejercer otras formas del más sórdido machismo medieval.
El islam político más que una fe es un disfraz del machismo, y los islamistas, ahora asustados, asesinan sádicamente a quienes niegan sus derechos viriles.
Con Mursi, los HHMM habían comenzado ya la caza de los entre siete y diez millones de cristianos, trataban de fanatizar al resto de los egipcios, y aterrorizaban a las mujeres que veían independientes.
Con la posibilidad de un Oriente Cercano bajo los islamistas, que siguen luchando en Siria y se extienden por el resto de los países, las naciones no islamistas se alarmaron y dieron por bienvenido el golpe.
Igual que la salafista Arabia, que tiene otros planes más sutiles para el expansionismo global del islam.
Todos niegan que apoyan silenciosamente al general Al Sisi como si aplicaran la taqiyya, el derecho musulmán a engañar para imponer su religión.
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El islamismo no es el disfraz del machismo medieval ni nada por el estilo, es simplemente salvajismo. Salvajismo y barbarie, nada más.
Publicado por: Cesar Lecha Rangil | miércoles, 21 agosto 2013 en 18:44