Las pantallas de los cines están dominadas por zombis a los que sólo se evita vacunando a toda la humanidad para que no contagien, como la rabia, su infección letal.
La ciencia, resultado de la razón, y no una fuerza sobrehumana, es la única vía para salvar al mundo de sus jaurías enloquecidas.
Los guionistas cinematográficos crearon personajes, estereotipos simbólicos, que luchaban contra el mal en momentos críticos de la historia: Superman y otros superhéroes nacieron cuando las democracias temían al nazismo y, posteriormente, al comunismo.
La iconografía actual está impregnada de zombis, muertos vivos tras su conversión en depredadores obsesivos, propagadores contagiosos y masivos de su función: crear un mundo de zombis.
Aunque estas figuras siempre tuvieron espacio en el cine, aparecen ahora como el mal contemporáneo y reflejan una circunstancia política y social, una realidad enemiga de nuestra libertad, de nuestra supervivencia.
Los estudios cinematográficos parecen haber visto en los zombis la pandemia islamista, una metáfora del terrorismo envuelto en retórica religiosa, practicado e impuesto por los Hermanos Musulmanes (HHMM), a los que masacra ahora el ejército egipcio: como tratan de hacer los militares con los zombis en el último éxito del género, “Guerra Mundial Z”.
Los HHMM anuncian que transmitirán la rabia de su furioso delirio, la de ese rebelde sirio islamista que devora corazones de otros sectarios, mientras propaga una versión de la sharia más asesina que el nazismo.
Es altamente simbólico que en esa película, protagonizada por Brad Pitt, el único territorio libre de la plaga gracias a sus muros sea Israel, aunque finalmente caiga.
En un lejano laboratorio está la vacuna que salvará la humanidad, que es la ciencia, la razón, frente al contagio de los sentimientos fanáticos, sádicos y machistas de los verdugos religiosos.
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No he visto la película aun, pero no dudo en que debe ser interesante. Si bien no me parece Brat Pitt tan guapo como aseveran los medios, si lo considero un hombre inteligente al invertir su dinero en películas basadas en un buen guion.
Somos zombis, no lo dude usted señor Molares. Carecemos del libre albedrio que nos conduciría a experimentar la vida, aprender y llegar a la sabiduría, único fin de la existencia. Acaso cree usted que nuestra vida tiene sentido porque descubrimos la vacuna para el cáncer y prolongamos nuestra estadía en la Tierra? o quizá porque puedo enviarle mi parecer mediante este aparato? Sin duda eso es maravilloso, pero nada, absolutamente nada es tan maravilloso como la vida misma, el parpadeo de mis ojos, el movimiento de mis dedos y todo cuanto siento y razono de cada palabra que de usted leo.
Invirtieron el proceso de conocimiento, y hoy el hombre primero razona y después percibe. Mejor dicho: cojámoslos desde muy pequeños, metámosles información en el cerebro y que después perciban según lo inoculado. Con un agravante: todo ese ejército de zombis -publicistas, periodistas, policías, curas, políticos, monjas de caridad, reyes... hasta el putas- se cree inteligente y cree que razona.
Pero hay un agravante más, tal vez se pierde una maravillosa oportunidad en este vasto espacio y en este vasto tiempo... Quien sabe cuándo volverán a converger la materia y la conciencia.
Publicado por: Amparo Moreno | sábado, 17 agosto 2013 en 16:51