Parece que por fin Sortu, el aliado político de ETA, da por vencida a la banda terrorista viéndola como una salsa tan reducida en una sartén que quiere retirarla del fuego para que no se carbonice.
Con 55 años desde su fundación, 43 asesinatos durante el franquismo y 829 tras la muerte del dictador, ETA está quemándose, con sus simpatizantes pidiéndole que se disuelva y facilite sus armas a cualquier mediador.
Sortu le pide, además, que renuncie a la amnistía general que exige desde que dejó de matar, cuando anunció “el cese definitivo de la actividad armada” en octubre de 2011, un mes antes de las alecciones generales que le dieron la mayoría absoluta al PP.
Los tres terroristas que leyeron el comunicado, fantasmas bajo una sábana blanca coronada con una gran boina, no anunciaron la disolución de la organización ni de su estructura, no expresaron arrepentimiento por sus crímenes, ni pidieron perdón a sus víctimas.
Esperaban obtener prebendas al anunciar “la paz”, tras negociar con el gobierno Zapatero durante sus casi ocho años de mandato, iniciados en 2004, cuando él rompió el “Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo” firmado con el PP en 2000.
Los tira y afloja con ETA, en los que Zapatero llegó a comprometer la organización territorial del norte español, no fructificaron por la oposición general a las concesiones, y por la presión policial, aunque facilitaron la liberación de importantes etarras y apoyaron la aparición de mediadores internacionales.
Pero llegó Rajoy y mandó parar. Ni mediadores, ni negociaciones, ni promesas.
Su inacción y silencio dejó consumir la salsa de ETA, que se redujo tanto que ya la llevan al mortero, donde el pilón hará blanda papilla los trocitos que aún no se han suavizado.
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El fin de eta recuerda cada día más al franquismo. Se fueron (y siguen entre nosotros) sin haber pedido perdón ni reconocido sus errores. La suya fue una lucha por el bien de todos.
Publicado por: Marlomero | jueves, 08 agosto 2013 en 17:56