Lo
mismo que las distintas épocas históricas quedan calificadas por sus rasgos más
característicos, Renacimiento, Siglo de Oro, Restauración o Dictadura, el
momento actual podría haberse definido como el de la Democracia Corrupta, pero gracias
a que hay democracia, precisamente, se le recordará como el de la Regeneración.
Ahora
mismo un pequeño ejército de jueces más o menos conocidos, agentes de la
Guardia Civil con distintas especialidades, de Aduanas o de la Policía
Nacional, incluso del CNI, la agencia de los espías españoles, están tratando
de curar España, invadida por la metástasis de un tumor, la corrupción.
Todas las
sociedades han que recogido a lo largo de la historia los elementos comunes de
su imaginario en una mezcla de religión y mitología.
Como
judeocristianos y grecorromanos pasados por la Ilustración podemos imaginar el
mandamiento mosaico de no robar como el triunfo de Hércules sobre la Hidra de Lerna, dragón
de sangre venenosa y de varias cabezas que se regeneraban conforme caían.
En su
combate contra la corrupción podemos colocar como Hércules a los jueces –la
jueza Alaya sería Atenea-Minerva, diosa de la inteligencia y la guerra justa--,
y las fuerzas de seguridad combatiendo muchas hidras simultáneamente.
Hidras
de CiU en Cataluña; del PP, con Bárcenas y Gürtel; en Andalucía, las tremendas
estafas del PSOE. En casi toda España, Urdanarin.
Las
hidras habían engendrado antes más hidras. Podría parecer que Hércules, Atenea-Minerva
y otros dioses no pueden llegar a todas porque cae una cabeza de hidra, y tras
ella aparecen otras.
Pero las
nuevas no son las cortadas, renovadas, sino que estaban escondidas-protegidas
tras las que caen. Habrá más, pero donde ruede una cabeza queda el territorio
limpio y regenerado.
Si esto sigue así puede que España quede temporalmente limpia de hidras.
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Es usted un optimista.
Por cada juez decente como Alaya hay tres como Garzón, Pedraz o Gómez Bermudez. Y por cada policía honesto (en puestos de responsabilidad), hay tres de la guardia de Zapatero y Rubalcaba. Únicamente la Guardia Civil se salva de este panorama, pero no es suficiente.
Además, las hidras se caracterizan por regenerar dos cabezas por cada una que es cortada (Hércules tuvo que cauterizar cada muñón con una tela ardiendo para que no brotasen otras cabezas), y aquí no parece haber nadie dispuesto a una terapia tan drástica. El cáncer de la corrupción política se trata en Ex-paña con tiritas y aspirinas.
Publicado por: Espectador | jueves, 04 julio 2013 en 17:34