Los medios
informativos autoproclamados progresistas defienden estos días a los Hermanos
Musulmanes egipcios porque fueron víctimas de un golpe militar, pero callan que
Mohamed Morsi llevaba el camino de Adolf Hitler que, como ellos, llegó al poder
democráticamente y comenzó aplicar un totalitarismo implacable.
Contra
sus promesas aperturistas, Morsi obedeció a su Hermandad sunita que convierte
la mujer en ganado doméstico y empezaba a imponerle a todos, incluidos los no
musulmanes, la sharia, ley religiosa suma del Corán con los más duros hadizes, tradición
de dichos o hechos del Profeta.
Así es
el totalitarismo: su ideal es el control ideológico que destruye el cerebro lavándolo
y aterrorizándolo, para eliminar la capacidad de pensar libremente, derecho
humano fundamental.
Es el totalitarismo
de los supremacistas nazis, del comunismo actual en Corea del Norte, o del islamismo
político, padre del terrorismo de Hamas y hermano de Al-Qaeda, entre otros
movimientos violentos que, además, exigen reconquistar España, Al-Andalus.
Las creencias
e ideologías no racionalistas son para la vida privada, pero impuestas en política
tras un triunfo electoral convierten en sierva la mente colectiva de los
pueblos, como ocurrió con la alemana, mucho más culta que la egipcia.
El
islamismo político es más que religión: es la exigencia totalitaria de seguir creencias
y formas de vida medievales, bajo vigilancia y delación permanentes, y conduce al yihadismo.
Con la
repetición obsesiva de fórmulas de sumisión a Alá, revisión de los rezos, y con
premios y castigos terrenales, las masas así se convierten en el perro de
Pavlov, causa de la pobreza, el analfabetismo y tanta ira fanática bajo control
del fanatismo islamista.
Sabiendo
todo esto, ¿por qué lo oculta el mal llamado progresismo?
¿Su Hermandad-filia añora dictaduras como la nazi o realmente desea someterse y está dándole la bienvenida al totalitarismo islamista?
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RASGOS PSICOLÓGICO-SOCIALES DE LA PERSONALIDAD AUTORITARIA
-Realismo: En tanto que tipo psicológico genuinamente adaptativo y realista. La actitud del carácter totalitario hacia la vida prefiere aquellas condiciones que limitan y no problematizan la libertad; por ello prefiere someterse al destino. Las situaciones de bienestar social o crisis no constituyen para él problemas históricos contingentes que puedan ser transformados o criticados políticamente por la actividad social, sino la expresión de poderes superiores a los que uno debe someterse por “amor al cuerpo”.
-Maniqueísmo: Para la personalidad autoritaria, la complejidad del mundo es solo para los ociosos intelectuales; la realidad se divide de forma maniquea entre los que aceptan la realidadnecesaria, una actitud que implica la disciplina, el trabajo riguroso, la renuncia y el sacrificio, y los ingenuos que huyen cobardemente de ella .
- Sumisión dogmática e irreflexiva a la autoridad: idealización de la autoridad y sumisión exagerada a quienes la ostentan.
-Adaptación resignada a lo dado: El carácter autoritario adora lo fáctico, lo dado. Lo que ha sido una vez, ha de serlo siempre. Desear algo que no ha existido antes o trabajar para ello, constituye simplemente inmadurez, extravagancia. Toda experiencia de vulnerabilidad y solidaridad fraternal está más allá del alcance de su experiencia emocional.
-Conciencia de clase desplazada: Significativamente, en no pocas intervenciones, el desprecio hacia la “turba” popular se articula desde una conciencia populista simplista muy marcada por un odio intenso a la “progresía” o al cómodo señoritismo de los “indignados”. En lugar de ver a éstos como “pueblo”, gente de la calle y posible alianza con unos mismos problemas sociales, se prefiere mantener distancia con esta “gentuza”.
El autoritario desprecia a la “masa”, inculta por acomodaticia y mimada, por ociosa, no disciplinada. Rasgo típicamente fascista.
-Proyectividad: tendencia a proyectar en el mundo y en los demás las propias tendencias inconscientes, y a creer que en el mundo exterior suceden cosas terribles y peligrosas.
-Agresividad: tendencia a castigar a los individuos que no aceptan o atacan los valores convencionales. Rechazo a los que muestran imaginación y creatividad (artistas, ociosos, “perroflautas”…): oposición a lo subjetivo, a la introspección, etc.
-Gusto por el poder y la “mano dura”: preocupación por el dominio, identificación con los fuertes, valoración excesiva de la dureza.
Publicado por: Dani | martes, 09 julio 2013 en 21:12