La sangre de reyes y príncipes ha dejado la palidez que hacía las venas azuladas de quienes vivían en oscuros palacios, como vimos en las ceremonias de entronamiento del rey Guillermo Alejandro de los Países Bajos.
Es roja tras mezclarse con plebeyos, gente sanota de aire libre, como su esposa, la economista argentina Máxima Zorreguieta, cuyo padre desciende de emigrantes vascoespañoles.
Un argumento con el que defiende a la realeza europea un monárquico reconocido, Luis María Anson, es que todas ostentan jefaturas del Estado en países democráticos de gran estabilidad –no como la República italiana--, y que están entre los más ricos y progresistas del mundo.
Lo ratificado en el acto de entronamiento es que las casas reales europeas se han acercado al pueblo para mejorar la sangre tras derogar antiguas leyes familiares que prohibían matrimonios morganáticos, entre realeza y plebeyos, y las leyes sálicas, que en algunos casos impedían el reinado de las mujeres.
La ceremonia holandesa demostró que la sangre plebeya había renovado y aguapado físicamente a las casas reales en las que no hay matrimonios morganáticos desde hace al menos una generación.
Véase la lozanía de los nuevos príncipes y princesas, con padre o madre comunes, sin aspecto de padecer tisis y enfermedades como la hemofilia que tanto dañaban antes a sus familias.
Revisemos a los Austrias y Borbones en las pinturas de Tiziano, Velázquez o Goya, y algunas fotos de sus sucesores, con rostro bobalicón y mentones prognáticos, fruto de la consanguinidad de la sangre azul.
El caso de los futuros Reyes de España, si todo va como está previsto, está dentro de esta nueva corriente sanguínea.
Las hijas de los Príncipes de Asturias han venido a renovar, indudablemente, la dinastía: Laus Deo, dicen los genetistas monárquicos.
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En la publicación electrónica Hackwriters publica este mes su análisis, titulado The Influence of the Media on Spain en el que analiza con su habitual sabiduría la situación española y la de los medios de comunicación. Una lectura sumamente nenesaria.
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Lady di puso a cada uno en su sitio. Nadie que no esté desde muy pequeño metido en ese mundo endogámico. De autobombo soporta eso. Fue un fracaso el experimento que estuvo a punto de cargarse la monarquía británica. ¿Se imagina alguien a la cara caballo reina? Claro que no. ¿Se imagina alguien a la asturiana ex casada reina? Vuelve a ser que no.
Las monarquías se han caído solas y buena hora va siendo de darles puerta. Nadie con dos dedos de frente da importancia alguna a conces, duquesas y marqueses. Pues igual con los reyes.
Publicado por: Mario Botero | viernes, 03 mayo 2013 en 01:22