El Reino de España tiene 350 diputados en el Congreso y 265 senadores, pero además 1.256 diputados autonómicos cuya función casi siempre se limita a duplicar o triplicar burocracias, lo que legislan las dos primeras cámaras, y lo que ordena la UE.
Congreso y Senado tienen ya exceso de legisladores, puesto que gran parte de las directivas se aprueban en Bruselas, Estrasburgo y Luxemburgo hacen innecesario su trabajo.
Añadamos, pues, los 1.256 diputados de las 17 autonomías discutiendo por separado, por ejemplo, leyes sobre las características técnicas de los ascensores.
Sumando Congreso, Senado y asambleas autonómicas, 1.871 políticos, más los asesores y mamandurrios de cada uno, justifican sus sueldos discutiendo sobre ascensores para elaborar leyes que unos expertos habían preparado en la UE, aplicables a aparatos que son similares.
Y así, casi todo. Muy poca legislación puede ser diferente hoy en España o las CC.AA. de la de los 27 países de la UE.
España seguirá siendo un país dominado por parásitos políticos mientras los españoles no denuncien que con una decena de diputados cada asamblea regional tendría más que suficiente para legislar los asuntos locales.
Ahora, el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, presenta como sumamente ambiciosa su idea de reducir de 75 a 61 los diputados autonómicos.
Siendo Galicia una comunidad histórica con otro idioma junto con el castellano, con diez para el apoyo a las particularidades culturales sobraba, pero nacionalistas y socialistas se oponen.
En Madrid van más allá y el PP quiere reducir a la mitad los 120 diputados autonómicos, cuando con otra decena era suficiente para sus 6,5 millones de habitantes, y en Castilla-La Mancha el PP también propone otra reducción.
Pero las autoproclamadas fuerzas progresistas se oponen en nombre del progreso.
Quizás tengan razón: ¿cómo iban a progresar muchos políticos si fuera de esos parlamentos no sabrían de qué vivir?
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El problema es mucho menos el numero de diputados (un gasto que por mucho que cobren es bastante limitado) sino el ridiculo principio de las autonomias.
Un principio que hace que haiga 18 programas educativos con sus correspondientes materiales pedadgicos publicados en pequeas partidas por lo que salen caraismo. Y mas cuando hay que traducirlo a la dichosa lengua regional de los uebs. Porque? Para que sirve una lengua? Para comunicarse y para poder acceder auna literatura. Y no veo la razon de poner millones en preservar e incluso resuscitar la lengua de Navalperal de abajo, lengua que ni comunica ni tiene literatura solo para poder llamar peo al pedo de toda la vida.
Y luego esta el costo para el comercio de que en una region para las emopresas deben ser azules y la composicion en letras goticas y en otro amarillas y en cirilico.
Y otro problema de las autonomias: el efecto palanca que dan a cuatro pirados. Cuatro pirados que chantajean a los grandes partidos en una region para que resusciten el sanchopancista (lengua de los alrededores del Toboso). Para ganar la mayoria en la region los grandes partidos ceden no solo los medios para lavar el cerebro de le gente sino que se comprometen a defender las tesis de los pirados ante la direccion nacional. Y la direccion nacional acaba bailando al son de la regional (porque esta puede hacer o deshacer mayorias tanto en los congresos del Partido como en las urnas) la cual baila al son de los pirados. Los cuales empiezan a sentisrse los reyes del mambo y a solicitar que se abran embajadas y escuelas de sanchopancista en Nuebva York. Y obteniendolo.
Ese es la raiz del problema: no los parlamentos parasitos sino las autonomias parasitas
Publicado por: JFM | lunes, 13 mayo 2013 en 15:16