Quienes han visto el acoso a ciudadanos en otros países saben que más temprano que tarde alguno de los perseguidos perderá la calma y responderá con más violencia que los agresores, lo que llevará a enfrentamientos entre provocadores y provocados.
Los inquisidores de la llamada Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), en la que entre centenares de acosadores hay muy pocos afectados realmente, se parecen cada vez más a las bandas de la porra, a los populachos que esperan una respuesta violenta de sus víctimas.
La mayoría de esos grupos, al menos en Madrid, está formada por antisistemas, anarquistas y otros radicales de la ultraizquierda, los viejos de la ortodixia buenista y falsamente solidaria.
Se detectan por su pelo rasta, tintes, colgantes y automutilaciones, ropas medio deportivas y de combate, y sus mochilas cargadas de piedras y navajas.
También aparece liderándolos Jorge Verstrynge, un tipo peligroso, un exaltado que militó de joven en el neonazismo francés, fue segundo de Fraga en AP, pasó al PSOE, y finalmente se hizo ultraizquierdista proislamista y antisemita, es decir, volvió al neonazismo pintado de rojo.
Cuidado con los exaltados, que pueden acosar a cualquiera por cualquier motivo, aunque de momento las víctimas sean sólo del PP.
El acoso a la vivienda de la vicepresidente del Gobierno, aunque no estemos de acuerdo con su política, podría interpretarse como amenaza terrorista: ese acto facilita cualquier atentado contra una familia, que además debería ser una de las más protegidas de España.
Están destruyendo el derecho ciudadano a la intimidad, que no tiene nada que ver con las reclamaciones de los acosadores, que tienen su propio camino.
Decía Churchill que en democracia le despierta a uno el lechero y no la policía, pero aquí lo hacen las jaurías: recuerdan a la policía franquista.
Aunque arrastren con ellos a gente decente e ingenua, los escrachistas son un populacho ebrio repitiendo consignas simples, imperativas y utópicas, dirigido por una extrema izquierda que quiere respuestas violentas.
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Sin estar de acuerdo con el acoso personal y menos en el ámbito familiar, que mecanismo de protesta tienen los ciudadanos de este país para mostrar su disconformidad con la forma de gobernar de un partido, que con la mayoría que le dieron las urnas pero incumpliendo con su programa electoral, gobierna a fuerza de decretazos (algunos de ellos recurridos por inconstitucionales), pasándose por el forro las sentencias en los tribunales europeos, con unos medios de comunicación a su servicio, con la trastienda llena de inmundicia, que el menor atisbo de protesta se cuestiona ilegal y satanizando constantemente con la vuelta de la bicha.
Publicado por: Barbaro | domingo, 07 abril 2013 en 19:15