Poco después de dejarnos 2012 se descubría el caso de un magistrado de Madrid desahuciado porque le debía 7.115 euros en rentas a la dueña del piso que se lo alquilaba.
Ese juez es el que instruye el caso de Gerardo Díaz Ferrán, expresidente de la CEOE, acusado de múltiples estafas y levantamientos de bienes.
El año pasado nos dejó tantas noticias sobre quienes sufren los desahucios que consideraremos para siempre malvados a los bancos que ejecutan las hipotecas de los pisos comprados a crédito, finalmente no pagado, y a los propietarios que desalojan a los inquilinos que no abonan el alquiler.
En España se da mucho el caso del juez. Hasta que con Carme Chacón los socialistas reformaron una ley franquista que protegía a los inquilinos, a los que consideraba pobres, muchos propietarios de pisos pasaban décadas sin cobrar de los morosos: por eso no había mercado de alquiler.
Ahora denunciamos todos los desahucios, olvidando que también hay numerosos casos como la de ese juez, que gana 70.000 euros anuales.
Mezclándo los casos de necesidad con los de los caraduras estimulamos un nerviosismo colectivo que incita a incumplir los compromisos al considerar mártires a informales como el magistrado.
Así, nos hemos escandalizado con el caso de una suicida militante del PSOE a la que iban a desalojar por impago de su hipoteca, teniendo, sin embargo, elevados ingresos.
Su partido inició entonces una campaña contra los desahucios: olvidó que el 1 de enero de 2008, gobernando Zapatero, abrió con gran aparato propagandístico seis nuevos juzgados para acelerarlos sólo enMadrid.
Por entonces media España compraba viviendas para especular. Incluso los inmigrantes pensaben verderle sus casas con buen beneficio, para hacerse viviendas en su país de origen, a sus compatriotas que vinieran después.
Muchos titulares, hoy arruinados, organizan ahora protestas mediáticas, cuando inicialmente pensaban traficar con ellas.
Los bancos siempre son odiosos, pero aceptemos también que nosotros hemos gastando a crédito irreflexivamente más de lo que podíamos, y que ahora tenemos medio desahuciada a la misma España.
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Lo que tienen que hacer los periodistas con el asunto de los desahucios, como con practicamente todos los demás temas, es vestirse con una camiseta de fútbol y a jugar, porque ya es insoportable las simplezas, tonterías, manipulaciones, tergirvesaciones e invenciones que hay que oir de uno y otro lado.
Publicado por: noespaisparadecentes | miércoles, 09 enero 2013 en 21:32