Hace tres semanas que Alfredo Pérez Rubalcaba le propuso a Mariano Rajoy alcanzar un pacto anticorrupción, pero aprovechando que cuando estalló el caso Bárcenas aún no había recibido respuesta, se desdijo y exigió que se investiguen exhaustivamente las cuentas del PP.
Proponer y retirar ofertas para limpiar el país es, definitivamente, un juego que practican los partidos para aparentar gran honestidad.
Pero, inesperadamente, nada más retractarse de la oferta de pacto sin ofrecer sus propias cuentas, al PSOE le han aflorado también nuevas corrupciones.
La última es el caso de la Fundación Ideas, su director y su esposa, conocida en el siglo como Amy Martin, artista plurifuncional subvencionada como brillante e intelectual de la afamada Escuela de mujeres aprovechadas Pajín, Aido, Z. & Co.
La justicia del país está agraviada por la ausencia de castigos ejemplarizantes: si algún político resulta condenado por la justicia, se le indulta enseguida, aunque el Gobierno sea de ideología rival.
En estos momentos los jueces están exigiéndole cuentas a 300 políticos presuntamente corruptos de casi todos los partidos y todas las escalas de la Administración: ayuntamientos, diputaciones, CC.AA.
Son tantos casos y tan variados y comunes, que los contribuyentes ya están vacunados, e incapaces de ejercer el reproche social reeligen paradójicamente a quienes los han engañado; aunque a veces aparezcan militantes de un partido a gritarle a los dirigentes del rival en liturgias propagandísticas para tapar las corrupciones propias.
Solo quedan excepcionalmente dos partidos limpios, UPyD y Ciudadanos; se verá si siguen igual cuando alcancen cargos con poder económico.
La última proposición de UPyD sobre la corrupción debería apoyarse: los delitos de los políticos y cargos públicos de financiación ilegal, enriquecimiento ilícito y falsificación del patrimonio, deben entrar en el Código Penal.
El cohecho y la prevaricación ya lo están, pero no es suficiente por evanescentes, dice UPyD: las tres tipificaciones que aporta ese partido, atractivo por su discurso nacional y regenerador, ayudarían a limpiar más eficazmente el país.
Aunque la propuesta debería añadir la prohibición expresa de los indultos para los condenados por esos casos.
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Al común de los mortales no le queda otra opción, que lo represente uno de la casta, o quedarse en blanco, luego están los abducidos incapaces de discernir, lo mismo que le ocurre a un forofo del Madrid o Barsa, se muere por unas pasiones previamente alimentadas desde la irracionalidad y la incongruencia.
Siempre serán incondicionales, y la casta lo sabe
Publicado por: Luis | domingo, 27 enero 2013 en 16:48