Es posible que la señorita alemana con la que coqueteaba Julio Camba en 1912, hace ahora cien años, fuera bisabuela de Angela Merkel, pues esta parece ver a los españoles igual que su supuesta antepasada.
Camba le enseñaba a la señorita alemana unas postales de distintas ciudades y le pedía que adivinara a cuáles correspondían.
Con Londres acertaba por los impermeables y paraguas. Con otros lugares se equivocaba casi siempre. Pero con las postales de España acertaba invariablemente.
La señorita alemana nunca había estado en España y Camba quiso conocer la razón de su sagacidad.
“En todas las vistas fotográficas de las ciudades de España hay siempre un hombre arrimado a un farol (…) Los españoles son hombres que se arriman a los faroles. Es más. Los españoles se diferencian de los demás hombres del mundo por la costumbre que tienen de arrimarse a los faroles”.
Lo que el periodista gallego escribía hace un siglo, fuera sobre Alemania, Inglaterra, EE.UU. o cualquier parte del mundo, sigue valiendo hoy, cuando se cumplen 50 años de su muerte.
La amiga de Camba, al ver a los españoles arrimados a las farolas creía seguramente que lo suyo era la holganza: igual que Angela Merkel.
Los españoles parece que empiezan a verse también a sí mismos de la misma manera porque creen identificar a sus políticos en los abrazafarolas, que decía el periodista José María García sobre los "chupópteros" de las federaciones deportivas.
O la otra versión, los pegados a la poltrona, militantes de partidos colocados mayoritariamente a dedo.
De sólo unos 105.000 electos pasamos a 445.568, políticos identificados por diarioelaguijon.com.
Están embozados dentro de los gabinetes de cada electo como asesores y mil mamandurrias más que sólo descubriremos si observamos las farolas.
El gran Camba sigue vivo en la bisnieta de su amiga.
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Aunque esta tira acaba de publicarse aquí, como tantas otras perennes del gran Armando, volvamos a recordarla.
Y aparte:
Ójala fuesen abrazafarolas. La casta política es la más poderosa, peligrosa y letal de las mafias delincuentes. Claro, que sin la ayuda del periodismo no serían nadie.
Publicado por: noespaisparadecentes | lunes, 15 octubre 2012 en 16:05