La vida, la obra y el pensamiento de Albert Boadella son muestra de un genio provocador e iconoclasta que pasará a la Historia española del arte y de la cultura como una mezcla de Dalí y Valle Inclán.
Se comprueba en su nuevo libro, “Diarios de un francotirador” (Espasa), mil días de desayunos con su mujer, Dolors, durante los tres últimos años.
Lo presentó sirviendo cañas de cerveza entre cabezas de toro y banderas de España en una tasca de tapas madrileña: para él, tascas como esta son la representación más genuina del país, la Cataluña castiza incluida.
El autor de obras de teatro que retratan la sociedad de finales del siglo XX y principios del XXI, como las de Valle Inclán lo hicieron con parecidos años del XIX y el XX, es una mezcla del escritor gallego que admiraba a todos con la espada de su gallardía y su palabra, y el ingenioso socarrón catalán que era Dalí, al que él retrató en unas de sus obras formidables.
Albert Boadella, 69 años ahora, fundó con 19 “Els Joglars”, la compañía de teatro, que fue orgullo y embajador de Cataluña cuando la región era vanguardista.
Con ese verbo arrastrado envolviendo la locura controlada de los genios de su tierra, Boadella muestra el teatral esperpento de los tópicos patrioteros, lo que le hace ganar enemigos institucionales: curas, políticos catalanes y estatales, y los generales que lo mandaron a la cárcel en 1977.
Cree que el secesionismo nacionalista catalán, que boicotea su obra, no tiene retorno, como ya expuso en “Adiós Cataluña” (Espasa): es una paranoia incurable que presenta España, de la que es parte, como su enemigo.
Paranoia que ha contagiado a numerosa población emotiva, sentimental, de racionalidad perdida, que cuando se quede sin enemigo verá que el verdadero enemigo es ella misma.
De vez en cuando este "enemigo" de sí mismo y de Cataluña lanza "boutades" para encrespar a los progresís y a los nacionalistas, como esa de decir que el himno nacional debería ser el Cara al Sol.
Pero, puesto a trabajar, aparte de escribir y crear arte, dirige ahora uno de los lugares más exitosos y brillantes de la cultura española, incluso europea, los tres Teatros del Canal, de Madrid, que gozan gracias a él de una excitante programación que sorprende por su riqueza e innovación, pese a las restricciones presupuestarias actuales: Divino Boadella.
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No sé que le parecería a Albert Boadella recibir elogios de alguien que se ríe de la gente que se ha quedado sin casa, sin empleo y sin prestaciones por desempleo y se tiene que alimentar en los comedores de Cáritas, denigrándolas y vejándolas además, tildándolas de simples vividores horteras que lo único que les interesaba era especular con la burbuja ladrillo, etc.
¡Qué gran hallazgo intelectual, moral y político encerrar a todas las nuevas masas de pobres y sin hogar de España en ese pintoresco y carcajeante estereotipo!
Claro, es la crisis internacional. Antes era Zapatero, pero ahora sólo es la crisis internacional y los remedios que hay que tomar para atajarla.
Si la venta de coches sufre desplomes bestiales, por poner sólo un ejemplo, no es por el impuestazo que le ha metido el zote y negado de Rajoy, no. Es la crisis inrternacional y la herencia de Zapatero. Y así todo.
Pero por supuesto que Albert Boadella está absolutamente por encima de los elogios que le puedan dedicar éste o el otro. Sólo faltaría. Hata ahí habríamos llegado.
Publicado por: noespaisparadecentes | viernes, 26 octubre 2012 en 15:53