Lee usted los titulares deportivos y parece como si España volviera a estar gafada, marcada por la mala suerte o la voluntad maligna de los dioses que son los árbitros que inclinan la balanza hacia el rival.
En los seis primeros días de los JJ.OO. de Londres España está cayendo derrotada en todo. Hasta los herederos de la campeona del Mundo y de Europa de fútbol resultan eliminados porque, afirman, un árbitro le negó dos penaltis a su favor.
En balonmano, España pierde tres segundos antes del final del partido contra Dinamarca, y un claro error arbitral la derrota en waterpolo ante Croacia.
Antes, varios ciclistas importantes se habían herido en el Tour de Francia y no participan en los Juegos, y el mejor, Contador, no está en Londres por de haberse comido, dice, un chuletón con clembuterol.
Rafa Nadal, el tenista que iba a ser abanderado de España uniformado de matrimonio de matrioskas rusas con húsares húngaros, está lesionado y no compite, y si la selección de baloncesto no logra la medalla de plata es porque Juan Carlos Navarro padece fascitis plantar.
Desgracia tras desgracia, así todo, España vuelve por do solía: “Jugamos como nunca, perdimos como siempre”; aunque alguien dirá que las derrotas son producto de la envidia y de una conjura judeomasónica, como en tiempos de Franco.
La sabiduría popular de los acostumbrados a las decepciones cree que “las desgracias nunca vienen solas”, y que si excepcionalmente se rompe la racha, como con los campeones de fútbol, “sonó la flauta por casualidad”, cuenta Iriarte en su fábula sobre el burro flautista.
España parece gafada, pero no: sus derrotas olímpicas sólo son síntomas de inseguridad, de debilidad interior, de división, de no embridar a deportistas y a políticos o gobiernos autonómicos rebeldes.
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Bueno, pues a simple vista parece que hay de todo, derrotas por mala suerte, derrotas muy justas por vaya usted a saber por qué, derrotas muy justas por vaya a saber el otro de más allá por qué, alguna injusticia que otra...
En fin... ¿Y cuándo vamos a hablar de la mafia periodística? ¿Por qué el mismo par de docenas de periodistas están en todos los platós de todas las TVs y las radios de todo el país? ¿Es que no hay más licenciados en periodismo en España? ¿Cómo no va a haber corrupción en España si están siempre los mismos periodistas en todos los lados?
Y luego quieren vender ese compadreo mafioso que se traen entre todo tipo de políticos y periodistas corruptos como una virtud propia de ciudadanos muy democráticos que apuestan por el diálogo con todas las tendencias, ideologías, sensibilidades, jua jua, etc.. Jaaa! Lo único que pasa es que se pone toda esta mafia de acuerdo, como los políticos, para trincar ellos solos de todos los lados y viva Santiago y cierra España.
En fin, ya seguiré hablando de esta mafia, porque lo es, es una auténtica mafia con métodos absolutamente mafiosos.
Yo he tenido el "privilegio" de "contactar" con alguno de estos elementos de la mafia mediática y puedo asegurar y demostrar en cuanto me plazca que sólo son mafiosos que utilizan métodos puramente mafiosos cuando en sus cuatro cuentas de la vieja han previsto que pueden aplastar a un inocente que han estimado indefenso o mucho más débil, difamándole y calumniándole hasta el paroxismo y más y recurriendo a todo tipo de usurpaciones, artimañas caciquiles, censuratorias y totalitarias, en definitiva, ya digo, eminentemente mafiosas.
Pues eso, que ya voleveré a hablar de estos mafiosos. Que es lo que son estos periodistillos que tanto les gusta hablar de ministrillos, auténticos ma-fi-o-sos. Por lo demás, son iguales a los políticos en que se creen personajes que mediante el poder podrán imponer todas las manipulaciones, mentiras y falsedades que se les antojen.
Publicado por: noespaisparadecentes | jueves, 02 agosto 2012 en 23:41