Grandes masas de españoles protestan estos días por todo el país contra los recortes económicos impuestos por Rajoy, pero muchos otros ciudadanos igualmente dañados, como quizás usted o este cronista, rechazamos manifestarnos porque tememos más a quienes lideran a los indignados que los daños que nos produce el Gobierno.
La ultraizquierda minoritaria bajo dirigencia comunista, con apoyo de la izquierda mayoritaria que todavía no acata su función opositora, el PSOE, ha comenzado a deslegitimar la base de la democracia, la mayoría parlamentaria.
La exigencia de que el Gobierno se disuelva, prácticamente, y convoque un referéndum sobre su política por incumplir su programa electoral sólo es oportunista.
Los sindicatos y Cayo Lara, líder de Izquierda Plural y casi dirigente del 15M, aprovechan el disgusto masivo para provocar un cambio de régimen, véanse sus banderas, con la caída de la monarquía.
Gran parte de los dos mandatos de Zapatero se produjeron al margen del programa del PSOE. Eran fruto de sus ocurrencias, que los bien subvencionados sindicatos y organizaciones amigas nunca criticaron, y que pagamos ahora.
Además exigen, con apoyo del PSOE, que se levante la protección policial del Congreso, reforzada tras saberse que hay grupos izquierdistas y vinculados al 15M que quieren tomarlo para forzar su disolución: como Tejero, pero con masas indignadas.
Huele a golpe de Estado, sí. Que se añade al llamamiento a aislar el Parlamento el 25 de septiembre lanzado por un oscuro movimiento, “Ocupa el Congreso”, para elaborar una Constitución anarcoide.
No triunfarán, pero encrespan a los mercados y manipulan a inocentes aprovechando la irritación de quienes vemos caer nuestro nivel de vida.
En realidad, estamos pagando ahora los recientes derroches de los políticos y sindicalistas que más protestan, y que parecen querer llevarnos a otra Revolución de 1934.
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Descargar LA AUTOMUTILACIÓN PATRIÓTICA. Hermann Tertsch. Coincidiendo con la divulgación de esta crónica bárbara, Hermann Tertsch publicaba un artículo en el que contrastaba la actitud del Parlamento alemán, reunido excepcionalmente para salvar España, con la de los diputados de izquierda españoles.
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El problema no es que la gente proteste o no lo haga. Eso es irrelevante. Tampoco lo es el espantajo de la guerra civil que agitan los que temen por sus privilegios. Nadie negaría el derecho a hacer cambios necesarios. No se entiende que Rajoy diga una cosa y haga todo lo contrario.
El fin de las subvenciones a partidos políticos, sindicatos e iglesia debería haber sido el primer ejemplo. No se ha hecho eso y lo vemos todos.
Publicado por: Mercandero | sábado, 21 julio 2012 en 16:18