Hace ahora 200 años, en 1812, surgía en Inglaterra el Ludismo, movimiento obrero que destruía las máquinas que inevitablemente los sustituiría, como es inevitable también, a pesar de las protestas de los mineros, el cierre de las cuencas españolas del carbón sostenidas con subvenciones que la UE se niega a prolongar.
Los obreros británicos habían creado la figura de Ned Ludd, héroe imaginario que dirigía la lucha contra la revolución industrial y las máquinas que los remplazaban.
Aún se recuerda con simpatía a los mineros porque le hacían huelgas a Franco en tiempos en los que, aparte de la hidroeléctrica, no había otra energía en España que la carbonífera nacional.
En los 1950-1960 había al menos 50.000 obreros del carbón, pero en 2012 quedan poco más de 5.000 aguerridos para unas explotaciones cuyo sostenimiento durante una sola década exige 27.500 millones de euros, bastante más que el desastre de Bankia.
El carbón es un combustible necesario y barato, aunque no genere ni el diez por ciento de la energía nacional, pero no el nacional, muy contaminante, de baja calidad y caro; el bueno, es importado.
Es mucho más barato por poder calorífico y de más fácil control anticontaminación el procedente de Polonia o Australia, entre otros muchos países.
Acabado el proteccionismo de la autártica España del pasado, los mineros de las explotaciones supervivientes actúan ahora como los ludistas que no podían competir con las máquinas movidas por el vapor generado gracias al muy calorífico carbón inglés.
Los mineros luchan violentamente, en Asturias-León, para mantener aparentemente vivo algo muerto, pero lo único que pueden hacer es negociar indemnizaciones como las que recibieron sus antecesores en las reconversiones de los 1980 bajo los gobiernos socialistas de Felipe González, que redujo drásticamente su actividad.
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No lo veo como ludismo sino como simple resistencia a una reconversión que debió ocurrir hace ya décadas. Aprovechándose de la fama del 34, de dar pena con casos de silicosis que hace muchos años que no se dan (todos bajan con sus equipos de protección) y amenazas diversas, los mineros han conseguido su objetivo. Pero a día de hoy no queda un euro en la caja y mucho menos para mantener sectores deficitarios así que tendrán que ponerlos en su sitio, igual que a estibadores, personal de Iberia, Renfe, AENA, funcionarios ... Si los mineros hubiesen sido reconvertidos en su tiempo, muchos hubiesen podido reciclarse en la construcción. En su lugar, les han dado unas pensiones y sueldos con los que muchos se han retirado en el pueblo mientras los jóvenes emigraban en busca de trabajo. Creo que esa zona terminará despoblada y esos mineros viviendo aislados y empobrecidos. Seguir los dictados del mercado es duro pero oponerse a él es a la larga mucho mucho peor
Publicado por: Florecilla Silvestre | jueves, 07 junio 2012 en 15:30