La caída del presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Supremo, Carlos Divar, es más consecuencia de una guerra entre jueces conservadores y supuestos progresistas que de una denuncia por el uso de 30.000 euros para viajes de lujo durante cuatro años.
Al iniciarse la democracia los jueces más politizados crearon unas asociaciones que ahora, tres décadas después, manejan el gobierno judicial, el CGPJ, siguiendo las ideologías dominantes, con magistrados afines al PP y otros que obedecen al PSOE.
De los algo menos de 5.000 jueces españoles, unos 1.900 pertenecen a la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura (APM) y a la moderada Asociación Francisco de Vitoria, y unos 530 a la minoritaria, prosocialista y procumunista Jueces para la Democracia (JpD). Hay un par de asociaciones más poco relevantes.
Los jueces verdaderamente independientes, los no asociados, son casi 2.000, y no tienen participación alguna ni poder en el CGPJ.
Ese es el drama, porque los independientes, precisamente, son quienes suelen impartir la justicia más neutral, menos ideológica y más apegada a la ley y al sentido común.
Hay una gran desproporción numérica entre los militantes –llamémosles así—de los conservadores y los gochistas, pero como los poderes en el Parlamento están más equilibrados, el PSOE siempre consigue saltarse la proporcionalidad e imponera los suyos como casi iguales en el CGPJ.
Al tener tanto poder consiguen neutralizar a los mayoritarios conservadores, incluyendo la denuncia por gastos desmesurados contra Divar, miembro del Opus Dei extrañamente propuesto para el cargo por Zapatero.
La acusación viene de un miembro del CGPJ socialista que no es juez, sino abogado de Garzón y profesor universitario, que quizás debería estar procesado por cooperación con el terrorismo.
Él fue quien reconoció ante ETA como mediador del gobierno Zapatero que Interior había alertado a los terroristas de la redada del “Caso Faisán” para que huyeran.
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Asociaciones las hay en todas partes. Cualquier trabajador tiene asociaciones que se ofrecen a defender sus derechos y situaciones. Lo preocupante del caso es que durante tantos años nadie desde dentro pusiese coto al uso y abuso del cargo. Es de vergüenza ajena enterarse de que alguien viaja y pasa facturas como si aquello fuese la empresa del abuelo. Dívar mintió y buscó excusas de mal pagador para justificar los despilfarros. Sus propios representados dicen que todo está ok. Dívar se irá si él quiere. Recuerda a Roldán con su mítico: mienten, mienten y saben que mienten. Al día siguiente dio las de villa diego. Ahora Divar se irá (si él quiere) sin devolver un céntimo y dejando a la institución a los pies de los caballos. El poder es él y criticarle es poner en duda uno de los poderes del estado, dice y se queda tan ancho como desvergonzado.
Publicado por: Pagador diario | martes, 19 junio 2012 en 17:20