Deben existir mala intención o intereses ocultos en los medios informativos occidentales cuando resaltan todas las brutalidades del cruel y sanguinario dictador Bashar Al Assad y ocultan sistemáticamente las de los rebeldes, aliados de Al Qaeda, que están cometiendo asesinatos masivos de los que son víctimas palpables los cristianos.
De momento se sabe a través de los que huyen de Homs que solamente en una acción de caza contra ellos han asesinado a unos 200.
Está claro que no fueron muertos por Assad, sino por muyahidines, los fanáticos salafistas sunitas que han emprendido la guerra.
Que no es de liberación contra un dictador, sino religiosa porque Assad pertenece a la minoritaria secta alaui, cercana al chiísmo, y rival del sunismo mayoritario.
Homs, “ciudad mártir” por los ataques de Assad contra los salafistas, tiene una población de 825.000 personas, de las que 50.000 eran cristianas.
De estas no quedan ni siquiera mil: aparte de los asesinadas, quizás varios millares, muchas han sido deportadas y sus propiedades entregadas por organizaciones afines a Al-Qaeda a familias sunitas fundamentalistas.
Los supervivientes han huido mayoritariamente a zonas dominadas por Assad, donde hay mayor tolerancia religiosa y de costumbres.
En las manifestaciones de apoyo al dictador en Damasco y en otras áreas controladas por su régimen innumerables mujeres aparecen descubiertas, sin velos, junto con hombres con pocas ropas islámicas.
En las apariciones de los “luchadores por la libertad” se ve enseguida que ese mundo sigue siendo medieval, y está dominado por una versión religiosa reaccionaria y opresiva.
La pregunta es por qué a los malos de Assad los presentamos como tales, pero a los más horribles de verdad los presentamos como buenas y pobres víctimas.
Con los cristianos y demás minorías, al menos, estos son mucho peores.
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En Siria no hay buenos ni malos, sólo peores.
Publicado por: inxs5000 | jueves, 12 abril 2012 en 16:07