Pocas veces el socialismo español se sobrecogió tanto en los últimos 36 años como este fin de semana, cuando su libro de rezos, El País, presentó a la aspirante a secretaria general del PSOE, Carme Chacón, como una simple actriz en una obra dictada entre bambalinas por su marido, cabeza de un grupo, casi una banda, de intereses turbios.
El título, “Chacón & Compañía” indicaba ya el calibre del torpedo contra la candidata catalana del PSC, partido distinto aunque hermano del PSOE, que ahora se presenta como andaluza tras añadir una N final a Carme.
Debe recordarse que El País detesta al marido de la candidata, Miguel Barroso, publicista que potenció el buenismo de José Luis Rodríguez Zapatero, y que cobrándose esa deuda creó un inicialmente prometedor grupo mediático rival, ahora en decadencia, y cuya cabeza es el empresario catalán Jaume Roures.
El periódico Público, en concurso de acreedores, y La Sexta, ruinosa televisión vendida a Planeta, fueron las aventuras mediáticas del zapaterismo para sustituir como catecismo a los medios socialistas de toda la vida, El País y PRISA.
Chacón aparece como una mujer-imagen moldeada por su habilidoso marido, que incluso la dirigía en algunas reuniones oficiales cuando era ministra, primero de Vivienda y después de Defensa.
Junto al marido aparecen “& Compañía”, sus arribistas amigos, entre ellos Javier de Paz, buscavidas sin estudios y exdirigente socialista ahora alto ejecutivo de Telefónica.
Pegado, el grupo de influencia de Roures, cuyo periódico distingue bien Catalunya de España, y el PSC, que inspiraba la frase zapateril de que el concepto de nación española es “discutido y discutible”.
El socialismo de toda la vida ha lanzado un tremendo torpedo contra Chacón y el zapaterismo en beneficio de Alfredo Pérez Rubalcaba, otro zapaterista: Bambi transmutando y duplicándose.
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No cabía ni un solo grillo más en la jaula y ha tenido que ponerse a cantar su estupefaciente esquiofrenia la supuesta "doctora" Carme o miss Chacón, un extraño caso de doble nacionalismo autoexcluyente que nadie sabe por dónde diantres se puede coger y no digamos ya curar o tratar.
De "el concepto de nación es discutido y discutible" hemos pasado a discutir sobre si la "n" de Carmen no será demasiado charnega para una nacionalista catalana fetén o de si se puede transcribir una "n" portátil y de quita y pon en su nombre, dependiendo de qué soberanía nacional miss Chacón esté reivindicando en cada momento, si la soberanía catalana o la soberanía española, ambas mutuamente excluyentes, claro, para que como chirigota sea más cachonda y como pieza de vodevil dé mejor juego al lío, el despitorre y la confusión.
Y para mayor vergüenza ajena, nos enteramos de que en un reportaje de una hora de duración, aproximadamente, que le hicieron hace unos años a Chacón y a su familia de origen, resulta que sólo hablaba su madre y que su padre estuvo todo el rato callado, como si fuera un retrasado mental, porque éste no sábe hablar catalá.
Y entre sketch y sketch surrealista y bananero, su alma gemela el señor Garzón nos aclara hoy, en su defensa, que el genocidio de Paracuellos no se debe juzgar porque en él "no había delitos contra altos organismos de la nación" o sea, que allí sólo se le dio matarile a unos 6.000 españoles, entre niños, jóvenes, mujeres, ancianos y adultos que ni eran "organismos", ni "altos" ni bajos y menos aún de la nación.
En fin...
Publicado por: noespaisparadecentes | martes, 31 enero 2012 en 15:46