Hace varios años el cronista se propuso denunciar durante las Navidades la creación reciente y forzada por el nacionalismo gallego de una figura detestable a la que llaman Apalpador, con la que se pretende copiar tradiciones vascas o catalanas toscas, pero menos depravadas.
Así que el cronista repetirá incansablemente esta crónica publicada ya y que, desgraciadamente, valdrá para los próximos años como denuncia de la malevolencia o la perversa ignorancia de los promotores de este personaje.
Imaginémonos que en el Reino Unido, Suecia o Suiza unos ciudadanos crean como héroe navideño a un personaje que va a toquetear secretamente a los niños que duermen en sus camas: terminarían en prisión por pederastas.
Pero eso no ocurre en España, donde el nacionalismo gallego está popularizando un individuo llamado Apalpador como sustituto en el imaginario infantil de Papá Noel-Santa Klaus y de los Reyes Magos, figuras que dejan regalos sigilosamente, sin acercarse a los niños.
El Apalpador apareció en 2006 promocionado por el BNG, cuyos militantes afirman que es tradicional gallego aunque ningún anciano lo recuerda. Sólo hay alguna referencia escrita entre lo más triste del folclore portugués.
Es un carbonero de aspecto grosero que baja de las montañas a palparle secretamente la barriga a los niños que duermen y regalarles castañas calientes. Los premia con comida, símbolo fundamental en el psicoanálisis.
Posiblemente hubo apalpadores: poderosos hidalgos o curas que, en tiempos de las hambrunas que tantas veces sufrían los campesinos pobres, le daban alimentos y le concedían favores a los padres que les dejaban tocar, y mucho más, a sus hijos.
La creación de la figura, explicable por psicoanalistas, antropólogos y etnólogos, se debería a que los padres disimulaban su infamia tornando al depravado en amable proveedor de víveres.
Revivir a este pervertido demuestra la ceguera de los nacionalistas promocionando figuras folclóricas que no se analizan con rigor crítico y científico.
Es una interesada dejadez teñida de ingenuidad que aplaude a personajes degenerados, pero “patrióticos”, solamente para eliminar modelos irreprochables “extranjeros”.
Aunque cualquiera con cierta perspicacia psicoanalítica deduce, quizás sin errar, que el Apalpador se ha recreado para difundir ocultamente la pedofilia.
Porque a los niños les queda subconscientemente el mensaje de que los pederastas son cariñosos, y que dejándose tocar obtendrán premio.
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SALAS. Cada año divulgaré esta tira genial del artista que podría ampliarse con algunos guardias más llevándose a los ignorantes, malintencionados o pedófilos ocultos que mantienen este invento sin tradición alguna para hacer atractivo al pederasta, que es quien toquetea niños en secreto.
Desconocía la figura del Apalpador. Tras descubrirla se me ocurre que podría ser un personaje propio de los cuentos de terror.
Es increíble que "rescatar la tradición" no se haga con rigor.
Publicado por: Javier Meléndez | domingo, 25 diciembre 2011 en 15:14