Hace unos días, durante la celebración de la Constitución de 1978, desfilaron por algunas ciudades españolas unos miles de personas con banderas de la II República para exigir la III, denunciando el caso Urdangarín como prueba de que la monarquía debe desaparecer.
Dos meses antes, en octubre, un sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas, CIS, suspendía por primera vez a la monarquía desde su reinstauración, legalizada gracias a esa Constitución.
La nota era de 4,89 puntos de diez posibles, cuando no se sabía aún que el yerno de los Reyes, Iñaki Urdangarín, podría ser acusado de malversación de fondos públicos y de otros delitos o faltas relacionados con el tráfico de influencias.
Atrás había quedado el nebuloso divorcio de la mayor de los hijos de los Reyes, la infanta Elena, y el matrimonio del Príncipe de Asturias con una competente y respetada periodista, pero divorciada.
Otras casas reales tienen historias similares, como la británica, la danesa, la sueca, e incluso la tan admirada holandesa, que tendrá como reina a la hija de un preboste de la dictadura militar argentina.
Pese a todo, los países europeos con monarquía son sumamente estables y reducen la agresividad de los Mercados: las familias reales crean un halo de perdurabilidad y respetabilidad, quizás irracional, pero superior al voluble de muchas repúblicas. Sin monarquía España estaría hoy como Grecia.
Se veían las manifestaciones de antimonárquicos del 6 de diciembre, se hablaba con los asistentes, y cualquier persona perspicaz quedaba desolada: repetían ideas peregrinas y antiguas, especialmente las bolcheviques, republicanas y tan peligrosas como las nazis.
Como los defensores de la III República sigan siendo gente así habrá Monarquía para mucho tiempo: su nota nunca será inferior a la de estos enemigos tan poco fiables.
En España tiene que haber republicanos respetables, pero no aparecen públicamente por ninguna parte. Son como los musulmanes moderados: los hay, pero los protagonistas son siempre los salafistas.
----------
Yo creo que en estos tiempos ni siquiera los republicanos apolillados y cavernícolas de toda la vida van a poder salvar la cada vez peor imagen de la monarquía.
Monarquía e "indignados" se disputan al día de hoy unos disputadísimos roles muy chuscos, surrealistas y secundarios en este interminable e infame circo cebado por el mayor atentado terrorista de toda la historia de Europa, aun no resuelto, casi ocho años después.
Publicado por: no es país para decentes | viernes, 09 diciembre 2011 en 15:47