Posiblemente el análisis más acertado sobre los vándalos británicos de mediados de este agosto lo hizo Jon Juaristi, Unamuno contemporáneo, bilbaíno como él, al observar que actuaron con total ausencia de compasión con sus víctimas.
“Lo que sobrecoge de esta revuelta inglesa tan poco inglesa es su radical anomia, su ausencia total de compasión, visible en las imágenes desoladoras del expolio de Ashraf Haziq, el estudiante malasio al que machacaron y robaron sucesivas jaurías de matones”, escribe en su artículo “Revueltas” el pasado domingo en ABC.
Extraña, sin embargo, que Juaristi no llegue más lejos recordando un mundo que ha estudiado, el de la levadura que hinchó a los despiadados nazis desde su origen en los años 1920 hasta el triunfo e imperio de Hitler.
En medio de una crisis económica y moral aparecen esos indignados, muy parecidos a los haraganes y vándalos, pandilleros multiculturales británicos, tipos que han olvidado los valores humanos y que se han convertido en fieras capaces de matar por cualquier despojo de lo que posee la burguesía productiva.
La ausencia de autoridad y de cánones éticos que permite que proliferen las hordas de matones nazis la retrata proféticamente con respecto a estos indignados británicos Victor Klemperer en su “LTI: la lengua del Tercer Reich” (Minúscula).
Son chusma que desconoce la frontera entre lo bueno y lo malo, cuya carencia de autoestima la hace esclava de quien le promete riqueza y poder: así se forman los comandos de asalto fascistas, en algunos casos nihilistas, en otros religiosos.
Su misión es destruir la clase explotadora –en tiempos de Klemperer los judíos--, ahora, además, los ciudadanos anónimos.
Es la oclocracia que se apodera de Occidente para hacer despojos de una civilización costosamente construída y todavía la más valiosa. Sólo necesitan un líder, un sumo sacerdote.
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Algunos de los que andaban saqueando tiendas en GB eran miembros de la burguesía productiva, que, ya ves, se debían aburrir los pobres, como los pijoteras de los altercados en Pozuelo de hará dos o tres años (según lo que he leído en la prensa derechil patria, de la que soy adicto). Así que, aparte de adoctrinar a la plebe, que gente como doña espe vigile también a sus votantes, que si me queman el coche me dá lo mismo que sea un integrista islámico que un soplapollas votante de Cameron.
Salud.
Publicado por: arrowtada | miércoles, 17 agosto 2011 en 11:32