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lunes, 29 agosto 2011

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Parece que la bragueta del señor Strauss ha sido la guarida perfeca de la serpiente del verano por fascículos. Al final nos quedaremos con la duda de si el tamaño era para tanto y de si el ex presidente del FMI se lo haría también con un elefante marino si se le dejara un par de días solo, sin camareras, secretarias, azafatas, etc.
Y todo por culpa de esa buscona y chivata limpiadora, que parece haber visto en la esperpéntica y levantisca rijosidad del sesentón khan la oportunidad de su vida para convertirse en la Belén Esteban de América. Que un señorito político francés y socialista multimillonario acabe en un lío a trois entre una limpiadora de hotel y su novio presidiario, a la gente normal y decente nos deja bastante indeferentes, salvo, quizás, una cierta sensación de mosqueo y sospecha sobre si no será la metáfora más gráfica de que el FMI se dedica a dar braguetazo tras braguetazo por las economías del mundo en el tiempo libre que encuentran entre una camarera y otra.

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