No se ha probado que el exdirector del Fondo Monetario Internacional, el francés de 62 años Dominique Strauss-Khan, hubiera violado a una limpiadora de hotel de Nueva York que lo denunció, la guineana Nafissatou Diallo, una treintañera grandota y tosca, nada parecida a una subyugante Venus.
No se probó la violación y, además, Diallo incurrió en graves contradicciones ante el fiscal, lo que obligó a liberar al economista y político socialista tras pasar desde mediados de mayo hasta ahora un vergonzoso castigo que incluyó la cárcel.
Podríamos creer al francés, famoso por conquistar mujeres al estilo elegante y cortesano: halago, regalo, flores, champagne y velas, y ello a pesar de que lo acusan ahora de otras violaciones antiquísimas examantes que buscan quizás indemnizaciones y fama.
Pero también podríamos dar por buena la versión de Diallo. Porque ella es vulgar y poco atractiva, y sólo Don Juan apresurado por urgencias biológicas puede enervarse ante alguien tan poco sugestivo.
Hay cerca de un centenar de Don Juan literarios y musicales, creados en todos los lugares y épocas a partir del de Tirso de Molina, del Siglo de Oro, muchos de ellos seres despreciables, abusadores, servidores brutales de sus impulsos primarios con toda clase de mujeres, incluso ancianas malolientes.
Nada en común con el enamoradizo Casanova, conquistador que usaba tiempo y encanto para recrearse en la belleza, enamorarse, y gozar y sufrir buscando una eternidad amorosa que fatalmente se rompía, y que después contaba, como los poco caballerosos amantes españoles de Ava Gardner.
Aquí tenemos un caso mucho menos maravilloso, aunque las dos explicaciones de la relación entre Strauss-Khan y Diello son teatrales, por trágicas, cómicas, o tragicómicas. Alguien escribirá la obra, que después llegará al cine.
Han destruido al Don Juan Strauss-Khan, que podría haber sido presidente de Francia. Quizás conspiraron para hundir su carrera manipulando su libido excesiva.
Aunque de momento le queda su mujer, inmortalizable en una gran pintura, heredera del marchante que internacionalizó a Picasso, y símbolo de la fidelidad humillada.
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SALAS El artista publica en distintos diarios y el cronista rebusca cual ratoncillo en un almacén donde se guardan sus deliciosos quesos de distinta maduración. Este, de hace algún tiempo, es aplicable al poder de atracción que tenía en Francia Strauss-Khan.
Este se refiere al AVE a Galicia, siempre prometido, nunca adjudicado totalmente y sospechosamente retrasado. Obsérvese que el buitre es, cree el cronista, un faisán.
Parece que la bragueta del señor Strauss ha sido la guarida perfeca de la serpiente del verano por fascículos. Al final nos quedaremos con la duda de si el tamaño era para tanto y de si el ex presidente del FMI se lo haría también con un elefante marino si se le dejara un par de días solo, sin camareras, secretarias, azafatas, etc.
Y todo por culpa de esa buscona y chivata limpiadora, que parece haber visto en la esperpéntica y levantisca rijosidad del sesentón khan la oportunidad de su vida para convertirse en la Belén Esteban de América. Que un señorito político francés y socialista multimillonario acabe en un lío a trois entre una limpiadora de hotel y su novio presidiario, a la gente normal y decente nos deja bastante indeferentes, salvo, quizás, una cierta sensación de mosqueo y sospecha sobre si no será la metáfora más gráfica de que el FMI se dedica a dar braguetazo tras braguetazo por las economías del mundo en el tiempo libre que encuentran entre una camarera y otra.
Publicado por: no es país para decentes | lunes, 29 agosto 2011 en 14:14