La Calle sin Voz

Lanzar diario nacional de información general y de inspiración marxista-leninista es el sueño recién roto del multimillonario comunista Teodulfo Lagunero, que iba a sacar el 1 de abril “La Voz de la Calle”, pero que no imprimió ni el primer número.

Acaba de pagarle a sus cuarenta periodistas dos meses de sueldo y un pequeño finiquito porque, dice, los bancos no le han concedido un aval para seguir, y tampoco le daban ayudas públicas. Y se acabó la historia del que iba a ser el gran periódico comunista español.

Lagunero, de 84 años, es una leyenda viva del Partido Comunista de España, al que le entregó ingentes donaciones durante el franquismo, y que incluso pagó la peluca con la que trajo en su coche a Carrillo hasta Madrid, en 1976.

Nieto de un obrero comunista, hijo de un catedrático de instituto comunista en la República, él llegó a catedrático de universidad en el franquismo, a la vez que se enriquecía con grandes negocios inmobiliarios.

Le llamábamos “El millonario comunista”. Se le admiraba como gran revolucionario, a saber si por su fidelidad militante, o por su éxito explotando a los odiosos capitalistas.

Quizás por lo segundo: de aquellas células no queda otro militante que él, que ni siquiera quiso ver la caída del Muro de Berlín y piensa aún que Fidel es un profeta.

Con el periódico posiblemente quisiera limpiar su nombre para la posteridad, herido por unos negocios que hizo con Antonio Gala al crear urbanizaciones de lujo y clubs de golf denunciados por los ecologistas.

Montó una redacción con director y redactores jefes jubilados, progresistas de los tiempos de la Transición, y jóvenes becarios baratos con necesidad de trabajo en los puestos de brega.

Pero no están los tiempos para montar periódicos comunistas, y vaya comunismo si pide dinero a los banqueros, en lugar de expropiarlo con una partida de bolcheviques.

Llegados aquí, y como el romántico comunista no quiso seguir tirando su dinero y sus periodistas pedían pan a grandes gritos y ruedas de prensa, les pagó lo mínimo posible, y se fue a seguir construyendo urbanizaciones de lujo, que esas no sufren la crisis. Igual le ofrece a todos trabajo como albañiles.

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SALAS,