No es una cuestión solamente religiosa. Niqab y burka unen la familia. Por eso exijo que mi mujer K. pueda a caminar con su niqab, que le deja los ojos libres, y que le impide a los libidinosos mirarle sus cabellos.
Está algo ajada tras parir a seis hijos y atendernos a mí, a ellos, y últimamente a L. Es su obligación. Y es tan obediente que la castigo pegándole muy pocas veces.
Hay demasiados hombres deseando a todas las mujeres. Algunos, cuando ven los ojos de K. e imaginan todas sus zonas de excitante vello, ponen rostro de deseo. Voy a tener que cubrirla con burka para que ni los ojos puedan verle.
Es lo que he hecho con mi esposa L, que es muy joven. Siento delicia al observarla en nuestro aposento.
K., se cela de ella porque ahora la visito menos por las noches. L. es una prima mía que traje de (…). Pagué una dote aceptable. Aquí no tiene que caminar cada día con las cabras entre piedras y arena pasando calor y sed, sufriendo palizas de su padre y hermanos si se les enfría el té. Nunca había llevado burka.
Pero como es de sedoso cabello, hermosa, y de dulces carnes blanquecinas, no quiero que la miren deseándola, por lo que le pongo esa prenda cuando la saco de casa.
Tiene curiosidad por todo lo que nos rodea. Por suerte es analfabeta, una virtud para una creyente entre muchos cristianos, porque sabe que no vale nada, y que no es nada sin mí.
Estoy entusiasmado con las revoluciones árabes. Ya no se persigue a los hombres piadosos que exigen la aplicación de la sharia.
Se volverá a potenciar la poligamia y pronto no habrá provocativas mujeres sin velar, que parecen prostitutas.
Estoy pensando en que necesito una tercera mujer para los días de impureza que L. pasa todos los meses, o para cuando esté muy embarazada.
¡Alá Akbar!
--------
He llevado a K. a la piscina. A L. no, porque tendría la cara descubierte.
------------------
SALAS está muy interesado en la Liga de Campeones, como señala en El Correo Gallego