Cuenta Joaquín Leguina, doctor economista y demógrafo, presidente socialista de Madrid 1983-1995, que en el último concurso para cubrir treinta plazas para ujieres de las Cortes Generales se presentaron más de 20.000 candidatos, y que la mayoría de los elegidos fueron ingenieros, economistas, físicos y matemáticos.
Leguina deduce que es un desastre para el país que estos universitarios sólo puedan aspirar a ser ujieres. Sugiere levemente que los ujieres atienden a numerosos políticos que no pasarían ni la primera prueba de la oposición, precisamente, para ujieres.
Está comprobado que de estos políticos, los de la más baja preparación, que sólo hacen bulto, son mayoritariamente socialistas.
Leguina, por lo menos, pertenece a la generación de catedráticos, titulados superiores y profesionales que dirigieron el PSOE hasta 1995, cuando perdieron las elecciones ante los populares de Aznar, que aparecieron cargados de inspectores de hacienda, como él, y registradores de la propiedad, como Rajoy.
Desde entonces el gremio político ha ido degradándose en formación, sobre todo, humanística: la izquierda tiene una preparación tan deficiente que, como Zapatero, ni siquiera sabe qué es la nación española, ni su historia, y desconoce su lugar en el mundo.
En el PP empiezan también a aparecer cuadros sin carrera porque van adquiriendo responsabilidades políticas, más bien reptando desde muy jóvenes, en las Nuevas Generaciones.
Llegarán a gobernar el país sin experiencia laboral y sin haber cotizado a la Seguridad Social en trabajos productivos.
Es por eso que los políticos deberían superar unas oposiciones simbólicas como las de los ujieres, o mejor aún, que los ujieres ocupen los escaños de los políticos.
Y para felicidad general, los actuales políticos estarían sirviéndole a los ujieres como sus ujieres.
Que así sea.
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SALAS acaba de publicar en El Correo Gallego este dibujo sobre opositores:
Genial.
En los tiempos de franco había un chascarrillo. Uno que se acercó pidiendo favores. Quería un cargo público y se lo pidió a un ministro. El ministro hizo las gestiones y avisó al recomendado. Que tenía un puesto para él. De alcalde, le dijo.
-Huy, no. Respondió el susudicho.
Que él aspiraba a algo como un puesto de funcionario.
El ministro le cortó tajante. Ya, y yo.
En selecciones para grandes empresas o centros comerciales lo que abundan son cv de universitarios. Está claro que la formación recibida no sirve para la profesión que se estudia y eso tiene mucho que ver con esos profesores funcionarios que JAMÁS han trabajado en el sector privado y desconocen la realidad.
Publicado por: opositor | domingo, 12 diciembre 2010 en 15:06