A partir de la una o las dos de la madrugada casi todas las televisiones privadas en TDT emiten programas con echadoras de cartas, astrólogos, espiritistas y brujos a los que consultan los angustiados noctámbulos.
Desde la pantalla dan respuestas aplicables a cualquier situación, pero la gente sigue tecleando los fraudulentos teléfonos 906, que son la base del negocio brujeril: la última tecnología al servicio de arcaísmos supersticiosos.
No es sólo la gente ignorante la que se entrega a los horóscopos, la cartomancia o la quiromancia: observe que numerosas personas de buen nivel social o político preguntan a cualquier interlocutor con el que hablan por primera vez cuál es su signo zodiacal. Los astros le dictarán luego si debe llevarse bien o mal con esa persona.
José Cabrera, psiquiatra forense conocido también por la televisión, atribuye este fenómeno a que “ya no hay religión. No hay un dogma. Hay gusto por la brujería, y sobre todo por el dinero. Sólo queda ese valor, el del dinero”.
En parte tiene razón. Antes, lo primero que preguntaban los españoles cuando conocían a alguien era de qué Virgen era devoto. Decían “Que Dios te ayude” y “A Dios gracias”. Ahora “Que tengas buen Karma” y “Cruza los dedos”, gesto copiado del cine estadounidense porque los supersticiosos españoles del pasado son más de “Toca madera”.
Hay una pérdida del sentimiento religioso, pero también de ideología. No quedan ni los fantasmas de Marx, las revoluciones o el socialismo.
El poder izquierdista, huérfano e inculto, es el que quizás se entrega más a la magia y a la brujería. Caso constatable es el de la llamada ministra de Sanidad, seguidora de astrólogos y de las pulseras Power Balance, declaradas gran estafa por los técnicos de su propio misterio-Ministerio.
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SALAS tiene su visión sobre la brujería, al menos económica:
Yo recuerdo el gran negocio de aquellas "magic pillows" diseñadas científicamente y también el spot de la tele en el que una señora-pueblo-llano-total decía que "lo mejó de tó es que mi marío ha dejao de roncar". Aquel cacho gomaespuma -ergonómico,eso sí- salía por un pastón. Luego pasó el día y pasó la romería (tal que con la Gripe A) y alguien se hizo de oro con mercancía de "todo a cien".
De tarde en tarde me encuentro a un conocido, futurólogo él y que anda mariconeando por las teles, que me dice cortesmente: "¡Hombre! ¿qué es de tu vida?" Últimamente me elude porque mi respuesta le tiene mosqueado: "Y tú me lo preguntas?¡Vaya adivino de m*erda!"
Publicado por: Armando Salas | martes, 21 diciembre 2010 en 17:08