Alguien que repite incansable la falsa historia de su propio martirio no es una persona común. Es un Santo que pide que le hagan culto: San José Bono.
El actual presidente del Congreso sigue proclamando aún hoy que fue víctima de una horda de ultraderechistas que lo atacaron en una manifestación antiterrorista el 22 de enero de 2005, en Madrid.
Acaba de culpar al PP del reciente suicidio de la mujer de uno de sus escoltas por el calvario que sufrió su marido, provocado porque dos militantes populares se querellaron contra él y contra otros dos policías por detenerlos relacionándolos con la supuesta agresión.
Que Bono enlace la falsa agresión a un suicidio señala que el entonces ministro de Defensa necesita ser tratado como Santo o una retrohipnosis para la que podrían ayudarle Rosa Diez y la expresidenta de las víctimas, Ana María Vidal Abarca, que lo acompañaban aquel día.
La AVT, todavía no sometida a las reticencias actuales, había convocado la manifestación después de que el Comisionado para las Víctimas, Gregorio Peces-Barba, le anunciara que el Gobierno se proponía negociar con ETA.
José Bono se introdujo como un ungido entre la masa de manifestantes protegido por escoltas, y acompañado por un hijo, Díez y Abarca.
Aquellos días la actividad parlamentaria discutía la ley del aborto que él apoyaba, por lo que quienes estaban cerca de Bono comenzaron a llamarle “¡¡Réprobo!!”, porque es católico confeso, y a agitarle una bandera española cuya asta nunca le tocó.
Días después detuvieron a dos militantes del PP que estaban cerca, según las imágenes, y continuó la explotación de una falsa agresión que el cronista observó desde a una barandilla cercada.
Esta mentira y la atribución del suicidio son un caso para los inventos de santidad o, visto el histrionismo, para la literatura picaresca.
Es decir, que Bono es un sinvergüenza. Bien. ¿Y álguien lo duda, a estas alturas, o sólo fingen dudarlo "por ser vos quien sois", militante socialista?
Publicado por: (*) | martes, 16 noviembre 2010 en 20:40