Hamás ha asesinado a cuatro israelíes para boicotear las negociaciones en Washington entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) con Barack Obama y el egipcio Hosni Mubarak de intermediarios, dando así un aviso a todas las partes en conflicto: Paz, nunca Hamás.
No puede haber optimismo ante el conflicto árabe-israelí. En Israel hay partidos gubernamentales que exigen proseguir la construcción de asentamientos en las áreas ocupadas de la futura nación palestina.
Y el asesinato de los cuatro israelíes horas antes de que empezara el encuentro en Washington entre el israelí Netanyahu y el líder de la ANP, Mahmud Abbas, se produjo en tierra cisjordana, en una parte de la futura Palestina.
Allí, y aparte de la ANP, hay dos fuerzas islamistas que han jurado ante Alá proseguir la guerra santa hasta destruir Israel: Hamas, que controla la franja de Gaza, y Hezbolá en la frontera libanesa.
Los israelíes que rechazan la existencia de los asentamientos en Cisjordania no gobiernan. Y la ANP controla Cisjordania, pero va perdiendo fuerza, mientras la ganan los islamistas radicales.
La ANP lanzó una operación para detener a los asesinos, pero gran parte de los palestinos no condena crímenes así, lo que reduce la fuerza moral de Mahmud Abbás entre su pueblo.
Si prosperaran las conversaciones de paz los colonos israelíes podrían ser obligados a retirarse de Cisjordania hacia Israel por su Gobierno. Pero en el caso de Hamás y Hezbolá no hay salida alguna: su objetivo es la desaparición de Israel, y su aliado, Irán, se propone convertirlo en cenizas.
Lograr la paz sería un milagro. Dicen que por allí hubo muchos, pero desde hace dos milenios no se repiten. Es un territorio en guerra eterna llamado, por sus milagros, Tierra Santa…
Si el futuro de Israel depende de lo que haga Palestina e Irán pueden estar todos tranquilos. El armamento nuclear de Israel, que no está bajo control internacional alguno, sí es un amenaza.
Publicado por: Egipto | viernes, 03 septiembre 2010 en 21:08