Hay tanto autodesprecio acumulado en la intelectualidad progresista de EE.UU. y Europa contra sus propias democracias que se aplaude la creciente exhibición de poder de países emergentes como China, Brasil o India, o de los que se declaran antiimperialistas, como Irán o la Venezuela chavista.
Por ejemplo, China, cuya renta per capita es siete veces inferior a la estadounidense y cinco veces inferior a la española, compra ahora la deuda de antiguas potencias y les impone condiciones para ayudarlas, mientras su nuevo imperialismo explota más que los viejos colonialistas a sus ciudadanos, y a los de las naciones más pobres.
Los marxistas atribuyen el triunfo de los emergentes a la decadencia del capitalismo, cuando en los emergentes emerge, sobre todo, el capitalismo salvaje del siglo XIX.
Hay otro problema sobre el que alerta el mexicano Jorge Castañeda, un notable politólogo, antiguo marxista y exsecretario de exteriores de su país: los emergentes serán muy peligrosos para la estabilidad mundial si controlan, por ejemplo, un futuro Consejo de Seguridad de la ONU.
Porque, aparte de actuar como neoimperios capitalistas salvajes, sus valores con respecto a la vida humana o a su dignidad son muy inferiores a los mayoritarios en las democracias, donde existe un gran sentido crítico del ciudadano frente a los gobiernos.
Castañeda señala que incluso el aclamado brasileño Lula da Silva posee nula sensibilidad ante los Derechos Humanos en tiranías como las de Irán, Cuba o Corea del Norte, y que se niega a defender a las víctimas de los totalitarismos.
Menos optimismo, pues, ante los emergentes: colonizan más brutalmente que los viejos imperios y se aprovechan de que en su territorio no hay una opinión pública sensibilizada para defender los derechos humanos, tan interiorizados en las viejas democracias.
Podría avecinarse un mundo regido con la sensibilidad del mejillón.
Seguro que no pasa eso. El dinero de las inversiones extranjeras en la España franquista no solo apuntaló el franquismo también abrió el país a la democracia.
En China intentan a la desesperada impedir el acceso a determinados contenidos en internet. Es una guerra perdida. ¿Puede el país que más móviles fabrica limitar el acceso a contenidos? El crecimiento económico traerá libertad, crítica interna y todos seremos más libres. Bienvenidos sean esos países para beneficio de todos. Mejor tener vecinos ricos que aliados pobres.
Publicado por: moneymoney | domingo, 26 septiembre 2010 en 13:33