Hay crecientes posibilidades de que José Luís Rodríguez Zapatero caiga en diciembre como presidente del Gobierno tras la moción de censura que prepara ya Mariano Rajoy con la esperanza de lograr el voto favorable de CiU y de otras minorías.
Todo dependerá de las elecciones catalanas de noviembre, que presumiblemente ganará Artur Mas.
Si CiU no consigue una rotunda mayoría absoluta recabará el apoyo del PP, que se lo concederá si apoya la censura, según prevén los populares. Esta moción impediría aprobar en su última ronda parlamentaria los presupuestos de 2011.
“Aquí está la moción que me reclamaba usted”, le dirá Rajoy a Zapatero convencido de que aunque inesperadamente la perdiera la ganaría políticamente.
Economistas, diplomáticos y consejeros del PP negocian sigilosamente ya en cancillerías y mercados financieros la llegada al Gobierno, única vía, afirman estos ideólogos, que permitirá reflotar la hundida confianza internacional en España.
El reciente encuentro de Z. en Nueva York con trece grandes operadores, ante los que apareció humildemente pidiendo perdón y buscando comprensión, se produjo bajo patrocinio del The Wall Street Journal, de cuya empresa propietaria, News Corporation, es consejero José María Aznar.
La sensación general de esos mercados, pero también de los principales banqueros españoles, es que el político socialista está desbordado, se contradice cada pocas horas en asuntos clave, su presupuesto para 2011 es irrealizable, y está acosado por un crecimiento acelerado del paro y de la deuda que aplastan cada día más al país.
Aparte, él mismo ha iniciado guerras intestinas en el PSOE provocando un ambiente de “sálvese quien pueda”.
Influyentes operadores de los mercados dicen que España tiene crédito, expectante en este momento, no porque Zapatero haya recuperado credibilidad, sino porque será expulsado muy pronto con la moción de censura.
Algo hay que hacer, desde luego. Y no es porque este tío no quiera hacerlo, porque su ideología no se lo permita. Es que no sabe. Este inútil ha proyectado odio y consignas hacia la alternativa de gobernabilidad, y por ello está donde está. No tiene un fin concreto, y sus medidas lo mismo les da que lo mismo le tiene. Por ello le permite pactar o prometer aquello o lo otro con quien se cruce en su camino. Pero ya esta, su aura se le ha apagado, y más miedo debe tener a los suyos que lo que le venga desde el otro tramo del espectro. Zapatero va camino de convertir al PSOE en un partido residual, y me atrevería a decir, extraparlamentario. Se ha cargado a los varones, y no va a ver nadie capaz de componer el destrozo en no menos de una década. Sus votantes irán abandonando el compromiso emocional a las siglas a favor de un UPYD, u otro, dividiendo así el compromiso socialista con el que en décadas de democracia nos han tenido embelesados en no a pocos.
¿Quién decía que las crisis no son buenas? Si sirve para que las socialdemocracias se vayan poniendo en vereda, y se ajuste a todo chupóptero, vividores caraduras, y el l´establesiment falso democrático, bienvenido sea. Firmo una cada diez años. Lo malo es que sea por moción, y no de una patada en el culo.
Publicado por: atroma | jueves, 30 septiembre 2010 en 20:14