Mientras España va hacia los cinco millones de desempleados, el principal dirigente de CC.OO. se regala un delicioso crucero por el Báltico, y uno de los jefes de UGT aparece ufano saliendo de una cena en El Bulli, el mejor restaurante del mundo.
En el huelga general del día 29 ambos cantarán “Arriba parias de la tierra, en pie famélica legión”, la Internacional, aunque no lo hará ese inmigrante latinoamericano que otro día de manifestación limpiaba los zapatos, arrodillado a sus pies, de un señorito con una gran bandera de CC.OO.
Los desempleados nunca recibieron palabras de apoyo de estos sindicatos que jaleaban a Rodríguez Z. cuando negaba la crisis económica, pese a que ya había cuatro millones de parados.
Claro que ellos no tienen problema alguno: son algo más de 300.000 representantes sindicales, entre liberados y delegados, con nómina y sin posibilidad de despido.
Es cierto que hace 35 años algunos eran luchadores antifranquistas, pero la democracia los reconvirtió en clase privilegiada colaboradora muchas veces de empresarios que les pagan por aceptar despidos y firmar expedientes de regulación de empleo (ERE).
Los sindicatos sólo representan a una minoría de los trabajadores, y únicamente son fuertes en las empresas públicas o subvencionadas, que suelen aceptar todas sus exigencias.
Y debe decirse: están infectados con holgazanes que aprovechan la dejadez de sus compañeros para eternizarse y crear dinastías con cargos que pasan de padres a hijos y otros familiares, como las proletarias Cuba y Corea del Norte.
El limpiabotas, los desempleados y los jóvenes sin futuro, que son casi mayoría, no tienen nada que recibir de los sindicatos fuera de oír su cansina historia sobre lo heroicos que fueron cuando vivía Franco. Motivo de reflexión sobre lo burgueses que son ahora.
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Coincidiendo con esta crónica el genial Armando Salas publica hoy en El Correo Gallego esta tira cuyos derechos de reproducción no le pedí. Espero que me perdone este asalto a sus derechos de gran autor:
La resurrección del marxismo dependerá de la pericia del capitalismo en generar buen empleo aunque éste conceda mayor importancia a la rentabilidad. Si continúa y se agudiza la destrucción de la clase media (burguesa) en los países desarrollados se hará inevitable el resurgimiento del marxismo y en menor medida del nacional-sindicalismo pese a males ejemplos ocurridos aquí o allá.
Publicado por: EduardoFreireCanosa | domingo, 19 septiembre 2010 en 19:55