El próximo día 29 la huelga general puede parar el país, pero sólo gracias a que habrá muchos esquiroles: los sindicalistas que trabajarán impidiendo trabajar y que atacan a los creadores de trabajo, los empresarios, con piquetes y la publicidad de Chiquilicuatre.
Obsérvese que nadie se sindica ya en España. Los responsables de CC.OO. y UGT se niegan a mostrar sus censos y nóminas para que ignoremos que no tienen cotizantes voluntarios, ni que explotan en sus oficinas, como patrones esclavistas, a sus propios empleados.
Esta huelga será la expresión más vívida de la oclocracia sindical, o degeneración del sindicalismo, en la que los más ociosos y demagogos privarán del salario de un día a los trabajadores.
El 29 se desarrollará una azarosa representación teatral, pero no contra la reforma laboral, el incremento del IVA contra los más pobres, la reducción de salarios y la congelación de las pensiones, entre otras medidas que este Gobierno juró no tomar porque eran ultraderechistas.
Los sindicatos no van contra el primer responsable del desastre, Zapatero. Hasta llegan a acuerdos amistosos con él sobre servicios mínimos, para que ambos queden bien: los bomberos no se pisan las mangueras, y en un mismo ejército la artillería no le dispara a la infantería.
El objetivo principal es el PP, sobre todo de Madrid. Quieren la cabeza de Esperanza Aguirre, el escaparate más visible del liberalismo, y facilitar su sustitución por la pupila de Z., Trini Jiménez.
Segundo objetivo: los empresarios, creadores del ochenta por ciento de los puestos de trabajo, presentados como libidinosos y miserables avaros.
El próximo miércoles los más de 300.000 liberados y delegados sindicales serán los grandes esquiroles porque trabajarán denodadamente recorriendo el país con piquetes de puños y porras.
Bregarán como nunca en su vida haciendo de boxeadores y devastadores. Destrozarán heroicamente todo lo productivo que encuentren abierto, y cobrarán abundantes horas extras.
Después, sus jefes encorbatados se irán de cruceros.
Los empresarios no son todos unos miserables avaros, no podemos generalizar.
Pero sí que hay un pequeño círculo de poderosos empresarios que son los que más se aprovecharon en su momento de esa vía libre a la inmigración para mantener bajos los salarios, y que han promovido ahora, aprovechando la crisis, estas medidas como 'solución' de los males de un país que no es capaz de competir.
Ahora, me hace gracia que UGT y CCOO vengan a hablar de representación de trabajadores, cuando cada vez tienen menos afiliados y solo se preocupan de manejar las ingentes cantidades de dinero que sacan del Gobierno y de los fondos de Forcem.
Se han convertido en otras dos empresas, que necesitan mantener la ilusión de que representan a alguien para asegurarse el sustento.
Y el miércoles saldrán a la calle, a liarla, a atacar a los pequeños comerciantes que quieran mantener sus tiendas abiertas, a los trabajadores que no estén de acuerdo con ellos y quieren ejercer su derecho al trabajo, en lugar de echarle un par de pelotas y plantar los piquetes en las puertas de La Moncloa, de la CEOE o el Congreso de los Diputados.
Incluso los sindicatos han aprendido que es más fácil atacar a los débiles que enfrentarse a los poderosos.
Publicado por: Manuel | sábado, 25 septiembre 2010 en 14:47