Para el presidente del Gobierno español, José Luís Rodríguez Zapatero, Cataluña no es España, sino otra nación con igual categoría, como dejó claro este domingo en la “Fiesta de la Rosa”, la celebración anual de los socialistas catalanes para los que resultó casi otro Carod-Rovira.
En su discurso tuvo sólo una idea matriz, un único mensaje fácil de detectar entre toda su hojarasca: Cataluña y España son entes diferenciados.
“Porque con el gobierno del PSC en Cataluña y el PSOE en España…”, “Cataluña y España se necesitan”, “España debe entender a Cataluña y Cataluña a España” "Cataluña y España no deben enfrentarse, sino colaborar".
Cataluña nunca apareció como una parte de España, sino con el viejo discurso victimista del nacionalismo en el que está permanentemente pisoteada por los imperialistas españoles, empezando por el PP.
Dos Naciones tratándose de tú a tú, y como el Constitucional negó esa equiparación, Z. prometió en sus digresiones que enmendará a ese Tribunal.
Con este discurso el primer ministro de toda España parafraseó claramente al secesionismo y a José Montilla cuando en la última Diada se manifestaron con la mayor bandera catalana de la historia tras pactar el lema independentista de “Som una Nació-Nosaltres decidim”, somos una nación, nosotros decidimos.
Recibido primero con el calor habitual de la parroquia socialista a sus apóstoles, porque las militancias son muy religiosas, su homilía socialnacionalista no pareció entusiasmar: los aplausos de los fieles fueron espaciándose y haciéndose progresivamente fríos.
Incluso hubo muchos silencios cuando nombró como gran enemigo de Cataluña al PP y a Rajoy, mientras encubría al verdadero rival, CiU, posible ganador de las elecciones de noviembre.
Presentada Cataluña como ente diferenciado de España, muchos militantes del Partido Socialista Obrero Español, recuérdese, Obrero y Español, concluyeron la fiesta frustrados, incluso irritados, como tantos compatriotas que oyeron proclamar este grave desafuero.
Este felón, tras la indignación, despierta ya solo aburrimiento.
Publicado por: Espectador | martes, 21 septiembre 2010 en 15:48